A Eguaras lo que es de Eguaras. El lindo Extremadura, un equipo elegante que pudo ganar y se expuso a la derrota hasta conseguirla por su blandura en ambas áreas, cometió el grave error de dejar pensar al centrocampista de Ansoáin. Víctor Fernández ha apostado por un jugador que estaba muy lejos de su mejor versión, y el navarro le está respondiendo con una fidelidad y fiabilidad magníficas. Cerró el triunfo en Alcorcón con la asistencia sobre Vigaray y participó en los tres goles que tumbaron al equipo de Manolo Mosquera. Este tipo de futbolistas observan el movimiento a escalas más finas de lo que los ojos del ser humano pueden alcanzar, por lo que su lentitud física deja paso a una velocidad mental que le hace especial. Dwamena y Luis Suárez fueron los grandes beneficiados en esta ocasión: el ghanés marcó por el pasillo central que le indicó Eguaras y el colombiano recogió dos caramelos del mediocentro, uno para regarle el segundo tanto a Kagawa y otro para fabricarse el tercero, todo un repertorio de movimientos de delantero grande. ¡¡¡"Suárez"!!!, retumbó La Romareda

El partido comenzó en ese punto que tanto gusta a este Real Zaragoza, casi crudo para hacer sangre al contragolpe, con la pelota pegada al pie y Kagawa pidiéndola con liderazgo entregado y asumido. Pero el Extremadura, después de que Dwamena batiera a Casto, respondió poco afectado, con combinaciones aseadas y Nono y Kike Márquez metiendo los dedos en los ojos en la defensa del equipo de Víctor Fernández. Su momento llegó en la segunda parte, a la que se presentó con el mismo atrevimiento y las líneas más adelantadas. El Real Zaragoza comenzó a sufrir, a precipitarse y perdió el control. Mucho más cuando Diego Caballo enganchó una coz tremenda desde fuera del área que hizo imposible el milagro de Cristian. El portero había visto antes temblar su larguero en un proyectil de Nono y tras el empate volvió a confirmar en dos paradas que peligra el puesto de San Pedro como guardián del cielo. Las llaves las guarda el argentino.

Con el partido abierto sobre la mesa de operaciones y los extremeños regalando desfribiladores en el Municipal con ocasiones varias para ponerse, por delante, apareció por la sala Íñigo Eguaras, el Dr. House. Chequeó el panorama, ofreció un diagnóstico y puso a su bisturí al servicio de un equipo taquicárdico, con el corazón en un puño. Sin presión alguna y libre de eso marcajes caninos que tanto le incomodan, intervino para ver lo que nadie pude ver, para descubrir rutas insopechadas en la selva más salvaje. Incisión por la izquierda y luego por la derecha y el Real Zaragoza saliendo del quirófano como un roble, invicto y segundo. Fue la tarde de Eguaras, capaz de hallar tres puntos de oro en un pajar.