Lo habrán oído muchas veces. A entrenadores que antes fueron jugadores, a entrenadores que nunca fueron jugadores, a cualquiera que haya querido decirlo porque entiende dónde está la esencia, el alma y el espíritu real de este deporte. El fútbol es de los futbolistas. A ellos les pertenece y de ellos depende el destino de los equipos. De Juanjo Narváez, por ejemplo, el del Real Zaragoza, al que ha mantenido con un hilillo de vida con sus goles en estos cuatro primeros meses críticos de competición con un tanto aquí y otro tanto allá. El penalti transformado contra la Ponferradina, su séptima celebración de la temporada, ha sido el último auxilio del colombiano a su equipo. Habrá más.

El fútbol es de los futbolistas. Pero hay ocasiones en las que es conveniente detenerse en la figura del entrenador. Hay técnicos y técnicos y momentos y momentos para determinados técnicos. Juan Ignacio Martínez ha caído de pie en el Real Zaragoza. En cinco jornadas ha provocado la imprescindible catarsis para la que fue contratado. Reconocido motivador, con experiencia en situaciones de esta complejidad emocional en los vestuarios, JIM ha estimulado un cambio importante en la confianza de su plantilla y, sobre todo y fundamental, ha transformado radicalmente los resultados en una coyuntura delicada y heredando una terrible dinámica perdedora. Entre Rubén Baraja e Iván Martínez sumaron 13 puntos en 18 jornadas. El primero consiguió el 33,3% de los puntos, el segundo el 12,5%. JIM ha logrado diez en cinco fechas, el 66%. El primer efecto está alcanzado. Ahora tiene un reto aún más difícil: prolongarlo en el tiempo.

Con el alicantino en el banquillo, el Real Zaragoza ha ganado sus tres encuentros en La Romareda, Lugo, Logroñés y Ponferradina consecutivamente, todos sin recibir gol. El zaragocismo ha pasado de vivir en la desesperanza a tener esperanzas. Ahora lo imposible es posible. El de este viernes fue el partido más pobre ofensivamente con JIM al cargo, una noche de fútbol fea, tosca y sin brillantez alguna, pero su equipo supo llevarla adelante gracias a la solidez del bloque y a la seguridad defensiva. Sumó de nuevo de tres y sacó la cabeza de debajo del agua. El fútbol es de los futbolistas. Pero sigue habiendo entrenadores y entrenadores. Y momentos y momentos para entrenadores y entrenadores.