El Real Zaragoza comenzó el partido como siempre, encogido por su falta de patrón fijo y, sin duda, por una situación límite que le tenía contra las cuerdas. Poco a poco, como el bebé que comienza a dar sus primeros pasos, renunció a seguir la pauta de la patada a seguir, esa estrategia simplista y desmontable por cualquiera que consiste en hacer correr a Ángel como si perdiera el autobús de su vida. Dejó de ir a gatas por La Romareda y se puso en pie para ser competitivo por primera vez en mucho tiempo, para sacar provecho de sus escasas pero suficientes virtudes para, al menos, no involucrarse de lleno en el pulso por la permanencia. ¿En qué fue diferente en comparación a otros partidos? En un detalle esencial: Lanzarote y Xumetra abandonaron la cal, donde se borran, para implicarse por dentro, para participar en el ataque estático. A uno le hicieron un penalti y el otro ofreció dos asistencias, la primera fruto de un taconazo magnífico.

El Real Zaragoza no está hecho para el contragolpe largo y ancho. Carece de pasadores precisos en la distancia y de extremos con velocidad de desborde. Tampoco puede presumir de un delantero con centímetros para aguantar la pelota y esperar las incorporaciones. Frente al Numancia, empezó equivocado pese a que la idea parecía clara. Superada la ansiedad, el agrupamiento en el centro del campo resultó fundamental para que Javi Ros soltara amarras y Zapater empleara sus esfuerzos sin grandes recorridos. Cani salió también muy beneficiado al repartirse los espacios sin kilómetros de exigencia por detrás. En ese marco, la amplitud de Ros superó la elegancia de Ruiz de Galarreta y desconectó a Julio Álvarez. Marcó el gol inicial pero además tuvo jerarquía en una parcela que el Real Zaragoza nunca domina.

El Numancia opuso escasa resistencia y se ablandó pronto. Otros enseñaban un perfil parecido y salían con botín de La Romareda. En esta ocasión, cruzando el puente de los suicidas, lo hizo con todos de la mano. Juntos y cerca del área enemiga, formando un cordón que atosigó a su rival. Así marcó tres goles y así dejó su portería inmaculada después de trece jornadas encajando tantos. El Real Zaragoza siguió la línea recta, que no consiste en llegar antes, sino en presentarse en las zonas calientes con el mayor número de efectivos. Por si las moscas, ahora tiene un portero para despejarlas.