—¿Qué siente un futbolista tras anunciar su retirada?

—Liberación, porque ha sido un año muy largo, haciendo todo lo posible por volver a jugar, pero después de tanto intentarlo no pudimos darle vuelta. Hace unas semanas lo decidí y ahora me veo liberado, ya veremos cómo me encontraré en unas semanas.

—Se opera al acabar la temporada pasada en la rodilla derecha.

—Tuve muchos dolores en la segunda vuelta. Me operé el 13 de junio y no solo vieron que era el menisco, había úlceras grandes en el fémur y la tibia y eso producía el dolor tan fuerte.

—Llega a la pretemporada con muletas y chocó verlo así. Incluso hubo falsos rumores de que se había operado por su cuenta.

—Me da igual lo que se dijera. Todo se hizo con consentimiento. Es que ningún profesional puede hacer eso sin tener el visto bueno. Si el preoperatorio lo hice en Zaragoza... Se hicieron bien las cosas para poder estar en la siguiente temporada pronto. Fui a Vitoria a operarme contando que un menisco externo es un mes y medio o dos de baja, con la idea de en pretemporada ir poco a poco entrando con mis compañeros.

—¿Es verdad que se pagó la operación y que se rebajó el sueldo al ver que no podía volver?

—De los temas económicos prefiero no decir nada, sé lo que he hecho. Yo sé si me pagué la operación o si me bajé el salario, pero eso no le importa a nadie. Lo que sí aseguro es que hice todo lo posible por ayudar al Zaragoza y por eso el club me ha respaldado también en todo y se ha portado muy bien. A mí lo que digan de fuera me da igual, la verdad la sé yo y sé lo profesional que fui.

—¿Está agradecido al Zaragoza por su comportamiento?

—Sin duda. No puedo tener ninguna queja, es que me apoyaron en todo, con pruebas en un sitio y en otro, con ánimos y apoyo constantes. En ese sentido, perfecto.

—El problema al operarse fue que todo salió muy inesperado...

—Cuando me desperté de la anestesia ya me dijeron que tenía que estar ocho semanas con muletas y sin apoyar al hacerme unas perforaciones en los huesos. Me dijeron que era grave pero que igual podía volver a jugar y nos pusimos manos a la obra. En el quinto mes (noviembre), que ya empezamos a hacer algo más, en los giros y en las frenadas, me hice otra vez daño, un edema óseo...

—¿Ya vio entonces que no había salida con su lesión?

—No, de verdad que no. Hice otro tratamiento con factores de crecimiento y a ver si se podía reducir ese edema óseo, que era bastante grande. Pensaban que el dolor también venía de ahí. Estuve dos meses sin correr, solo con bici y piscina, para volver a intentarlo. El edema se redujo pero otra vez en los giros volvió el dolor. Ahí sí que vimos que no podía ser, que todo seguía igual sin el edema.

—¿Le propuso el club en enero liberar su ficha para intentar ampliar el límite salarial?

—Nunca me dijo tal cosa, es que al final del año pasado todavía teníamos la esperanza de volver.

—¿Qué le ha costado más, el dolor o la frustración mental?

—Esa parte de frustración y de batalla mental no son fáciles de llevar, es lo más duro. Trabajas mucho, mañana y tarde, en Zaragoza, en Vitoria, acudí también a Barcelona... He hecho todo lo que me han dicho, quería agotar todas las opciones de recuperación. Me quedo tranquilo porque no me he rendido, porque hice todo lo posible, como siempre a lo largo de mi carrera.

—¿Pensó muchas veces en tirar la toalla antes de hacerlo?

—No. Es que yo nunca me rindo, siempre he sido así y además llevo con el menisco roto desde los 19 años, eso generó el desgaste y hasta el año pasado no había parado más de un mes por lesión. Si tengo más de 400 partidos oficiales... Iba aguantando y el especialista siempre me decía que aguantara todo lo que pudiera porque así no se desgastaba el cartílago, pero el año pasado ya era insufrible. Ahora que no tengo el menisco, cada vez que me pega un hueso con otro veo las estrellas y es que no puedo, me caigo al suelo. Así, era imposible jugar.

—Sufría usted y sufría el Zaragoza en un año muy duro.

—También ha sido difícil llevar eso. No puedes ayudar, ves al equipo mal, un entrenador, llega otro, no se disfruta jugando como el año anterior y no puedes hacer nada más allá de animar y estar ahí. Es que estás atado de pies y manos. Ayudar algo a la gente cuando estaba hundida era lo poco que podía hacer.

—¿Qué significan estos dos años en el Zaragoza para usted?

—Para mí mucho. El año pasado disfruté muchísimo, fue una pena no subir. Con la plantilla y el presupuesto que había, fue una gran temporada, pero no lo redondeas y este año te quedas en Segunda y ya nadie se acuerda de la campaña anterior. Y me quedo con la afición, con aquellos recibimientos, pero es que esta Segunda es tan difícil... Aunque nunca se sabe, igual el año próximo se consigue el objetivo, este club merece volver a Primera.

—¿Qué le parece la continuidad de Víctor Fernández?

—Muy positiva. Conoce la casa y el club le conoce. La afición está a muerte con él porque se hacen las cosas bien con su trabajo. Los resultados desde que llegó están ahí y creo que la directiva ha acertado de pleno. Es lo mejor que le podía pasar al club.

—En su adiós dijo que había 2.000 delanteros mejores que usted, pero destacó su entrega.

—Me quedo con eso, con el compromiso, con el estar siempre y el hacer todo lo que estuviera en mis manos. He intentado defender a cada club con uñas y dientes. A veces ha salido mejor que otras, pero la actitud y el compromiso para mí han sido innegociables. Por eso, quizá es compromiso la palabra que mejor define mi carrera deportiva.