—Nació en Orense, pero se ha paseado por casi toda la geografía española en los últimos diez años. Valencia, La Coruña, Extremadura, Sevilla, Cádiz... ¿Es inconformista o inquieto?

—Es el fútbol, que te lleva de aquí para allá. Uno siempre busca estar a gusto en el lugar que elige. Por muy buen sitio que sea, si vas a estar a disgusto es mejor cambiar de aires y probar suerte en otro sitio. Yo creo que todas las decisiones que he tomado en mi carrera, acertadas o erróneas, me han servido para mucho.

—¿No se fue demasiado joven de casa?</b>

—Soy de Carballiño, un pueblo de al lado de Orense. De ahí me fui al Pabellón Ourense, un equipo de los mejores de allí, pero que no tiene categoría sénior. Llegué a la selección gallega, me vio un ojeador del Valencia y con 14 años me fui.

—¿No es una experiencia difícil para un niño?

—Bueno... Estaba en la residencia con otros futbolistas. Cuando te vas a esos sitios es porque quieres luchar por un sueño. Tuve la mala suerte de lesionarme de la rodilla el primer año, aunque eso me vino bien para madurar. Pero sí, fue un año duro.

—La peregrinación le llevó pronto de vuelta a casa.

—Sí. Tuve la posibilidad de ir al Deportivo, el primer año de juveniles. Después del segundo año, que no fue muy bien la cosa, salí al Montañeros, un equipo de Segunda B de Coruña. Y después dando tumbos por ahí (risas). Estuve en el Arroyo otro medio año; luego en el Algeciras, con el que subimos a Segunda B; y más tarde en el Betis B, donde coincidí con Isaac y Kevin Lacruz.

—¿No se arrepiente de tanto cambio, de sus decisiones?

—De nada. Ni de la primera ni de la última.

—En algunos de esos equipos apenas participó. ¿Por qué?

—En el Betis no llegué a jugar, en el Arroyo me fui en enero por lo mismo... Nunca me he conformado solo con estar, sino que quería participar.

—¿Está conforme con lo que tiene ahora en el Zaragoza?

—Ahora soy consciente de que estoy en uno de los clubs más importantes de España. Hay que trabajar mucho para poder estar tranquilo y disfrutar. Es el momento de trabajar, trabajar y trabajar. Así he entendido yo siempre esta profesión.

—¿Ha llegado por fin al lugar que quería?

—Claro que sí. Uno lucha para poder vivir de esto y disfrutar. Aquí, gracias a Dios, lo estamos consiguiendo. El año pasado fue una temporada bonita. Jugué muchos partidos, el equipo iba bien, el vestuario era bueno... Este año los resultados no son los que queremos, pero el vestuario es muy bueno y Zaragoza ya la conocía. ¡Qué decir de la ciudad!

—¿Cómo se enteró de que iba a jugar en el primer equipo esta temporada?

—No. Me fui tras la derrota ante el Palencia sin saber lo que iba a pasar la temporada siguiente. Estando en Galicia recibí una llamada de mi representante para decirme que el club se había puesto en contacto con él y le había comunicado que querían contar con migo para la primera plantilla. Justo en ese momento estaba con mis amigos y les dije: «Esta ronda la pago yo».

—¿La portería del Zaragoza da miedo?

—Es complicada, pero es bonita. Es especial.

—¿Es un reto?

—Está claro. Ya solo verla así tan alargada como es...

—¿La ve más grande que otras?

—Sí, se ve más grande. La red es mucho más profunda que en cualquier otra portería. Tú ves La Romareda en cualquier foto y la reconoces rápidamente por la distancia que hay entre el palo y la red trasera.

—¿Visualmente afecta?

—Habría que preguntárselo a al gún delantero... a Ángel. Bueno, a Ángel yo creo sí que le afecta, pero positivamente (risas).

—¿Qué pensaba cuando veía desde fuera el desfile de porteros?

—Yo pensaba en cómo sería estar en esa portería, y la envidia que sentía viéndoles jugar con tanta gente y disfrutar.

—¿Por qué hay tantos cambios?

—En el fútbol pasan cosas que a veces no se entienden. Tienen que pasar. Llegará el momento en que haya una estabilidad mayor y no suceda. A veces, desde fuera se hace mucho ruido con poca cosa. Eso también provoca cambios.

—¿Se oye mucho el runrún de la grada en La Romareda?

—Sí, pero también se escucha cuando animan. A veces el runrún no ayuda, pero otras te sirve para mantenerte alerta.

—¿Agné no le entendió?

—Mi manera de jugar o de entender el fútbol no le gustaba y ya está, es una decisión técnica. Creía que otros jugadores encajaban mejor en sus ideas futbolísticas. No creo que tuviéramos ningún problema o fuera una cuestión de entendimiento.

—¿Le explicó su salida?

—Después del partido de Cádiz, que perdimos 3-0, nos sentamos y me dijo que iba a cambiar. Que no era por nada personal, pero que para su gusto prefería a otro compañero.

—¿En esa época le dio la sensación de que le marcaban gol cada vez que le chutaban a puerta?

—Sí. En Cádiz me tiraron tres veces y fueron tres goles; con el Reus, dos de dos. Sabes que no ha sido culpa tuya, pero tienes esa sensación de que cada vez que el balón va a puerta es gol. Son rachas, momentos que les pasan a todos los porteros.

—¿Cómo juzga su temporada?

—De iniciación. Estoy aprendiendo. Me queda mucho por equivocarme, y eso quiere decir que mucho que aprender también. Espero poder seguir mejorando, año a año te vas adaptando.

—¿Le gustaría mejorar algo en concreto?

—Todo.

—¿Es muy exigente consigo mismo? ¿Le dolió, por ejemplo, el segundo gol del Getafe, o cree que fue cuestión de mala suerte?

—La mala suerte está ahí, pero siempre se puede hacer algo más, en este caso evitar que el balón llegase al palo. Es bueno exigirse a sí mismo, pero tampoco hay que vivir en el pasado porque no vas a cambiar nada. Me exijo, le doy vueltas en casa, pero luego solo queda aprender de lo que te ha sucedido. —¿Se examina luego en la tele?

—Sí. Intento analizarlo. Mikel (Insausti) nos prepara cortes de nuestras acciones, además.

—¿Qué supone César Láinez para Álvaro Ratón?

—Es un entrenador que ha confiado en mí. El año pasado me lo demostró y este año también. Le debo mucho, pero estoy intentando devolvérselo en el campo. Ahí hay que hacerlo, siempre se puede dar un poquito más.

—¿Influye que su entrenador haya pasado ya por ese puesto?

—Y más un portero como César, que ha vivido en esta portería, la conoce bien y sabe lo exigente que Viene de la página anterior es. Pero él también es exigente con nosotros porque sabe lo que podemos dar. Es bueno que nos apriete, conoce cómo es La Romareda y lo que se vive ahí abajo. Quizá por eso nos va a apretar más que otro portero que no conozca La Romareda.

—¿Qué le ha dado al equipo?

—Le ha dado tranquilidad, mucha serenidad. Estamos haciendo lo que tenemos que hacer. No nos estamos volviendo locos ni intentando inventar el fútbol. Ha traído aire fresco, parece que el equipo ha respirado. Ya no solo en la clasificación, también en los entrenamientos.

—¿Se refiere a que hay mejor ambiente?

—Sí. Ha sabido manejar al grupo muy bien.

—¿En qué se piensa ahí adentro ahora?

—Solo en el Reus, nada más. Si pensáramos en otra cosa, estaríamos equivocados.

—¿Ganando al Reus está el asunto liquidado?

—No. Ganando al Reus, después vendrá otro partido.

—Láinez habló muy bien de Saja. ¿Cómo es?

—Me sorprendió muy gratamente cómo llegó. Enseguida cogió la forma. Compartimos habitación en las concentraciones e intento aprender de él al máximo. Le pregunto mucho, trato de absorber todo lo que pueda. El efecto esponja, que le llamo yo. Siempre da consejos, y todos para mejor.

—¿Qué idea de futuro tiene?

—Mantenerme aquí. Si a principio de este año me hubiesen dicho que iba a jugar, no me lo habría creído. Pero una vez que estás en esta situación, uno es ambicioso y siempre quiere más.

—¿Hay más joyas en el filial?

—Los futbolistas influyen, pero se trata también de que alguien confíe en ti. Por el filial han pasado jugadores con grandes cualidades que, o no han aprovechado la oportunidad, o no se ha tenido la confianza necesaria en ellos. Nunca sabes qué futbolista te va a rendir hasta que no llega el momento.

—De ellos va a empezar a depender el futuro del Zaragoza a partir del próximo curso.

—Cuando cada temporada haces un equipo nuevo, es complicado que salgan los resultados. Cuando te empiezas a conocer, se acaba la temporada y vuelves a empezar de cero.

—¿Tiene algún reto personal?

—Todos los futbolistas que estamos aquí tenemos el mismo reto: subir a Primera División con el Real Zaragoza.