—¿Le costó mucho decidir su despedida del fútbol?

—No ha sido algo drástico, lo contemplaba desde hace un año más o menos, tras los últimos meses sin jugar en el Al-Jazira. Ahí ya vi que podía ser en el verano pasado y me fui preparando mentalmente. En el paso para decir adiós tienes que tener una ocupación para que la retirada no sea de golpe y porrazo. Tengo ocupaciones y eso me ha ayudado a no cambiar mi vida de repente. Sí ha habido un cambio radical en el sentido físico y de horarios, pero no tanto mental. Además, cuando la mentalidad no está ya en el fútbol, el físico no acompaña.

—El verano pasado Lalo Arantegui no descartó su posible regreso al Zaragoza ¿Hubo opciones?

—Nunca se dio el caso real de sentarnos a hablar. Por parte de los dos nos habría gustado. A mí me habría encantado un último año aquí, pero las circunstancias del momento no se dieron. Cuando me desvinculo del Al-Jazira, la plantilla del Zaragoza está muy confeccionada y yo además no quería engañar a nadie. Así que no di ese paso, porque quería ser honesto conmigo mismo. Si no me veía al 100% para competir, no quería engañarme a mí mismo y menos al club de mi vida.

—¿Se le queda la espina clavada por no haber podido acabar su carrera en el Zaragoza?

—No, no la hay. Creo que he tenido mi época en el Zaragoza, en dos etapas y con cinco años en el primer equipo. Sí me hubiera gustado vivir otra época, disfrutar más de mi tierra y de mi equipo en el día a día. En la segunda etapa tras volver del Deportivo estuve sometido a mucha presión por las circunstancias, por aspectos deportivos y de fuera, por los problemas del club y yo además era en muchos momentos el único futbolista de la casa. Eso mentalmente me desgastó. Y eso se vio en el campo, porque no pude disfrutar tanto, lo que tuvo un reflejo en el rendimiento.

—Fueron tres permanencias (09-10, 10-11 y 11-12) agónicas...

—Sí, fue lo que me tocó. No era jugar por títulos, pero me siento orgulloso de aquello, di lo máximo sabiendo las circunstancias y el momento del club. Nunca en mi vida he jugado en Segunda, ni he bajado y aquellas permanencias fueron para mí como un título.

—Se fue al Getafe en el 2012 tras no renovar.

—No hubo un acuerdo, porque la otra parte no quería y así es imposible. Quería seguir y el Zaragoza me hizo una propuesta para que yo tuviera que decir que no. Manolo Jiménez quería que siguiera y ese era mi mayor deseo. ¿Dónde iba a estar mejor que en mi casa? Debí tomar una decisión complicada pero la tenía que tomar sí o sí.

—Era el Zaragoza de Agapito Iglesias. ¿Que piensa del expropietario del club?

—Me quedo solo con las cosas bonitas que viví. Con Agapito había diferentes ideas de ver el fútbol y el Zaragoza y cada uno las defendió. No entro en el daño que pudo hacer al club, cada uno hace lo que le dicta su conciencia.

—Fueron años convulsos, de sufrimiento deportivo.

—Era una locura. Y más al ser de aquí, que lo vives de una manera diferente por los amigos y la familia. Te llega más el sentimiento, lo que te juegas en cada partido, lo que sufre la gente. Todo lo sientes más. Era una situación continua de luchar por no bajar, con problemas que surgían y yo era uno de los capitanes, con esa responsabilidad. Fueron tres años muy duros, sin duda.

—¿Cuál fue la permanencia más difícil de las tres?

—La salvación con Manolo Jiménez fue la más épica, aunque todas tuvieron su momento. Recuerdo aquel partido contra el Racing donde logré mi último gol, pero fue más importante el tanto contra el Sporting.

—Aquel gol en El Molinón donde desvió el disparo de Zuculini...

—Le dije que hacia dónde le había dado. ‘A donde saliera’, me dijo. Y salió gol. Sin ganar en Gijón igual no hubiéramos llegado al final con opciones.

—Se fue al Getafe y en enero del 2016 al Al-Jazira. ¿Fue un error ir a Abu Dabi con 31 años?

—No. No me arrepiento. Tenía recorrido en España, pero era una oportunidad e igual ya no volvía ese tren. Me había roto la rodilla, llevaba compitiendo cuatro meses y, tras esa lesión tan gorda en la que hubo momentos en los que me planteé dejar el fútbol, me llegaba la ocasión que te soluciona tu futuro y el de tu familia. Llegué y jugué los primeros seis meses, conseguí la Copa del Presidente, hubo una limpia en la plantilla, un problema en el cupo de extranjeros y te daban opciones para salir, pero al final no las daban. Decidí quedarme aun sin jugar y al final hubo acuerdo.

—¿Cuál es su mejor recuerdo como jugador?

—El día que debuté en el Calderón (28-8-2005), que es un buen campo para empezar. Y el del Bernabéu (30-4-2012) desde luego quedará imborrable en mi vida. Más que los dos goles y que me hicieron el penalti, fue el partido en sí. Nadie daba un duro por nosotros, vas al Santiago Bernabéu y ganas. Son mis dos días más felices como zaragocista.

—273 partidos en Primera, doce temporadas en la élite, con 143 encuentros con el Zaragoza y 12 goles. ¿Está satisfecho?

—Bueno, si me lo dicen cuando tenía cinco años, no me lo creo. Estoy satisfecho porque siempre intenté dar lo máximo. ¿Que me podían haber ido mejor las cosas? Claro que sí. ¿Y peor? Seguro que también. Yo me siento orgulloso de mi carrera y sobre todo del respeto y el cariño que he conseguido que la gente tenga hacia mí, por el trabajo, por mi comportamiento y por mi carácter. Me siento más satisfecho de eso que de mis logros de jugador.

—Le faltó un título...

—Lo conseguí en Abu Dabi (sonríe). Bueno, en España sí, pero lo que más echo en falta es haber ido a la selección. Más que un título. Hubo un momento estando en el Deportivo que estuve a punto de ir. Es que además un título en las épocas y en los clubs en los que he estado es complicado, con el dominio casi absoluto del Madrid y el Barça.

—Menciona al Deportivo, donde se va en el 2007 cedido.

—Allí viví mi mejor época como jugador. Al salir fui realista, Víctor Fernández fue claro conmigo y se lo agradezco. Yo estaba empezando, había mucho nivel en aquel Zaragoza, con jugadores contrastados por encima de mí. Podía quedarme y jugar ratitos o irme fuera y hacerme futbolista. Fue una decisión acertada.

—El Zaragoza lo recompra en el 2009 y llegó el conflicto entre los dos clubs por la cláusula. Estuvo más de un mes sin jugar...

—Fue surrealista. Estuve en el medio de una discusión entre dos clubs por una mala interpretación de mi contrato. Yo quería jugar, era mi mejor momento, con 24 años... Lo pasé mal. Recuerdo estar todo el día al teléfono y rogar que se aclarara todo. Deseaba jugar con el Zaragoza, pero no tenía autoridad. Era cuestión de un juez. ¡Me pedían 25 millones, mi cláusula! Llamaba al abogado y le decía que yo no tenía esa barbaridad de dinero (sonríe) y él me tranquilizaba, pero fue una época terrible. La peor de mi carrera. Me levanté, pero estar en un juicio casi dos años pesa, por más que quieras estar concentrado y disfrutar, no lo puedes hacer.

—También habrá sido duro todo lo vivido por el tema del presunto amaño en el Levante-Zaragoza que ahora irá a juicio. ¿Cómo lo afronta?

—No puedo hablar mucho del tema, pero tengo la conciencia tranquila, eso por supuesto.

—En el escrito de LaLiga es uno de los ocho exculpados.

—Así es. Lo peor es la sombra de duda, que es un tema feo, desagrable. Lo mejor es que acabe cuanto antes.

—Es hijo de Lafita y sobrino de Villarroya, dos exjugadores del Zaragoza y desde infantiles estuvo en este club.

—Llegué al Zaragoza con 12 años. Es que yo he mamado el zaragocismo desde pequeño. Solo el hecho de que me llamaran a esa edad era algo increíble, luego el jugador es egoísta y cuando logra algo quiere dar el siguiente paso, siempre vas a por más y no te quedas satisfecho. Cuando debuté fue una ilusión de la hostia, pero al mes siguiente ya quieres consolidarte, jugar más, lograr 100 partidos… Siempre quieres más. Ahora al retirarme me doy cuenta de lo logrado y lo valoro mucho más.

—¿Con qué entrenador se queda en su carrera?

—Le estoy muy agradecido a Víctor Muñoz porque él me dio la oportunidad de debutar. Y de todos he aprendido. De Aguirre, mucho, Manolo Jiménez es peculiar, pero aprendí de él, también de Luis García, Lotina apostó fuerte por mí y con él fue mi mejor época como jugador, a Marcelino le tuve muy poco tiempo pero ya se le veían muchas cosas…

—¿Y el mejor jugador?

—Pablo Aimar me marcó mucho y eso que vino al Zaragoza en una época más baja en su carrera, pero hacía cosas increíbles. Ver un futbolista así, cómo recibe y se da la vuelta… Es que era diferente.

—¿Cómo ve al Zaragoza? —Lo primero, ahora es un Zaragoza normal y más estable en lo institucional. Eso es lo que pide un jugador. Deportivamente este paso por Segunda tan prolongado está siendo duro, pero ahora está en el mejor momento. Hablo mucho con Zapa y ahora vamos a ser hasta vecinos. Los veo en el momento propicio para lograr el objetivo de subir. El fútbol es de dinámicas y hay que aprovechar la actual, además vienen de abajo hacia arriba y eso es lo mejor.

—¿Cree que pueden mirar al ascenso directo?

—Están ahí. Yo iría a por todas y más en la dinámica actual. Ganar ocho partidos de nueve es una barbaridad. Les sale todo bien y hay que aprovecharlo. Ganas cuando lo mereces y a veces sin merecerlo. Eso es buenísimo.

—¿Qué le parece la apuesta por la cantera en esta temporada?

—Ya era hora, por fin... Cuando económicamente hay problemas, la vida te la van a dar los de casa. Por sentimiento y porque los has formado tú. En las malas épocas son los que te sacan las castañas de fuego. Este año se ha visto.

—¿Qué destaca de Lasure, Pombo, Delmás y Guti? —De Lasu me gusta el sacrificio y la constancia, de Pombo que tiene algo diferente. Es verdad que es irregular, y yo lo era también, pero propone cosas distintas. Guti es muy completo, con mucho recorrido, y de Delmás me gusta ese descaro que tiene.

—¿Qué sentirá con el ascenso?

—Me habría encantado ser protagonista de ese retorno, pero fui honesto y ahora a ver si lo vivo pronto como aficionado. Ojalá sea esta temporada ya. Será una alegría por el club, por la gente que estuvo jodida y ha tirado para delante y por la afición.

—Esa afición que llenó el derbi donde usted estuvo en el palco y fue ovacionado.

—Lo hablaba el otro día con mi padre en el palco. ¿Qué equipo tiene esta afición? Era acojonante ver el estadio. Es que hay muchos equipos de Primera que no tienen eso ni de lejos. La gente se merece ese ascenso, porque ha estado ahí en los momentos más duros. Es que llevamos sufriendo muchos años, con aquellas permanencias, con el descenso, ahora cinco temporadas seguidas en Segunda. El zaragocismo necesita esta alegría de subir, sería como un título y seguro que pondría un punto de cambio para que el equipo volviera ser lo que fue.

—Fue mucho. Recopa, Copas, habitual en la zona alta.

—Pero no se puede vivir del pasado. Eso es un error. El Zaragoza ha ganado títulos, pero esa no es la realidad ahora. En la vida hay ciclos y estás arriba y abajo. Mucho más en el fútbol.

—¿A qué se va a dedicar ahora?

—Tengo mis cosas en lo laboral, acaba de nacer mi hija y tengo dos niños más. No me va a sobrar tiempo. Quería hacer un paréntesis en el fútbol y volcarme en mi familia y amigos tras tanto tiempo fuera. Me quiero dar un año para los míos. Con el fútbol, voy a hacer un campus para este verano porque me encanta trabajar con niños y para otros retos con este deporte el tiempo dirá.