Cuatro años más. El Real Zaragoza anunció la renovación hasta el 2024 de Lalo Arantegui, que firma su nuevo contrato como máximo responsable deportivo teniendo en cuenta que llegó al club aragonés en febrero del 2017 y que ya alcanzó un pacto para su renovación al final de su primera temporada en el cargo, en junio del 2018. Su continuidad, cuyas líneas maestras ya estaban marcadas desde hace semanas, también supone la del secretario técnico, José María Barba, su mano derecha y que llegó al club junto con Arantegui.

«Estoy muy contento, ya que cumplo una prolongación de contrato que me haría finalizar siete años en el club donde me ha gustado siempre crecer, como jugador y ahora como director deportivo. Es un reconocimiento a la trayectoria que está siguiendo el Zaragoza en los últimos años y estoy muy agradecido a la gente que confió en mí desde el principio, al consejo de administración y al director general», aseguró Lalo Arantegui ayer, en la web oficial del club, para añadir después: «Estoy con muchas ganas de continuar en la misma línea que lleva el equipo y esperamos que consigamos el ascenso, que es el único objetivo que tenemos en estos momentos».

El Zaragoza y Lalo comenzaron a hablar de su renovación en diciembre, ya que el consejo de administración tenía clara su plena confianza en el director deportivo y este, pese a algunos tanteos en ligas extranjeras, sobre todo en Inglaterra y la MLS, también mostró su absoluta predisposición a seguir. El contrato de Lalo, renovado en el 2018 con un notable incremento salarial, establecía su final en junio del 2020, con un año opcional en caso de ascenso a Primera. Ahora, su vínculo acaba en el 2024, por lo que si cumple la totalidad de su contrato estaría en el Zaragoza siete años. Tras más de tres desde que llegó el 27 de febrero del 2017, es el director deportivo que más tiempo lleva en ese puesto con la actual propiedad, la Fundación Zaragoza 2032, que antes depositó su confianza en Martín González y en Narcís Juliá.

Se trata de una apuesta firme y clara en el Real Zaragoza por la continuidad de un proyecto que, en su tercera temporada, está en el camino del regreso a la élite, objetivo que ya tuvo cerca en la primera de Lalo Arantegui al frente de la dirección deportiva. Llegó tras la salida de Juliá y como apuesta personal y única del director general, Luis Carlos Cuartero.

El Zaragoza tanteó otras opciones entonces, pero fue un brindis al sol porque primó la decisión firme de Cuartero, secundada por el club, y Lalo Arantegui, tras el pago de su cláusula en el Huesca (25.000 euros), se comprometió por dos años, mientras que unos días después, a principios de marzo, lo hizo Barba, que también estaba en el club oscense y también con el pago de la cláusula (100.000).

Lalo Arantegui dejó claras desde el principio su capacidad de trabajo y su seguridad en las decisiones, además de un marcado carácter. La primera decisión importante la ejecutó en pocas semanas, fue la de fichar a Natxo González, que estaba en el Reus y que era su gran apuesta personal desde hace tiempo. Habló de un proyecto de ascenso a dos años y ese verano del 2017 llegaron hasta 14 fichajes con una decidida apuesta por la entrada de canteranos al primer equipo y abriendo el club a nuevos mercados de futbolistas. El club tuvo que realizar una profunda renovación de la plantilla, en la que solo cuatro futbolistas siguieron, tras un curso, el 16-17, donde se estuvo cerca de bajar a Segunda B.

En la primera temporada de Lalo (17-18) el Zaragoza rozó el ascenso tras un inicio muy dubitativo, donde apostó pese a la mala dinámica por la continuidad de Natxo González, una remontada en la segunda vuelta y la dolorosa eliminación a manos del Numancia en el 'playoff'. En la agenda de algunos clubs como Deportivo, Getafe y Espanyol y con el éxito, aunque no total, de esa campaña, el club aceleró para renovar a Lalo, con una mejora de su contrato que no gustó de la misma forma en todos los sectores del consejo de administración, pero que salió adelante.

La segunda temporada, la 18-19, trajo muchas curvas, con apuestas fallidas en el banquillo, como las de Idiakez y Lucas Alcaraz, y en varios fichajes y con la llegada de Víctor a mediados de diciembre, un regreso en el que tuvo mucho más que ver el consejo que el propio Lalo. El director deportivo vivió entonces su momento de mayor debilidad en el club, también por algunas fricciones, nunca reconocidas, con Víctor, ahora atemperadas por la buena marcha del equipo. El entrenador decidió continuar tras la permanencia y la entidad mantuvo su confianza en Lalo, reforzada esta temporada tras los cambios en la propiedad y en el consejo para cerrar ahora una renovación deseada por el club y por el zaragocismo que implica una apuesta firme y a largo plazo.