La destitución de Lucas Alcaraz fue la única medida adoptada ayer en el Consejo de Administración extraordinario celebrado por el club. No habrá más salidas y, por tanto, Lalo Arantegui continuará como director deportivo, a pesar de que en las últimas horas se había especulado con la posibilidad de que también fuera relevado de su cargo. No será así y Lalo, al que, como ya sucedió tras el despido de Idiakez, se le pidió explicaciones de la situación, mantiene sus plenos poderes en el apartado deportivo. De hecho, él ha sido quien ha llevado personalmente las negociaciones con Víctor Fernández, aunque el fichaje del zaragozano goza del consenso generalizado.

Pero la figura de Lalo sí ha sufrido un desgaste considerable. Parte del crédito acumulado desde su llegada, sobre todo la pasada temporada, ha quedado dañado tras dos errores seguidos en la elección del entrenador. El primero fue con Imanol Idiakez, con el que Lalo arriesgó al encomendar a un novato la misión de devolver al Zaragoza a Primera justo en la temporada marcada a fuego desde el club. Pero fue despedido tras la décima jornada.

Pero, si la elección de Idiakez fracasó, la de Alcaraz ha sido un estrépito todavía mayor. Lalo admitió su error anterior apostando por el entrenador con más experiencia del mercado para hacer reaccionar a un equipo que aún estaba a tiempo de todo. Pero el granadino ha sido uno de los mayores fiascos de la historia del club.

Sin embargo, el doble fracaso no ha dilapidado del todo la fe en Lalo, que, en todo caso, se ha visto obligado a rectificar en numerosas ocasiones a lo largo de la temporada. La última, justo ahora, ya que la primera intención era aguantar a Alcaraz hasta el 30 de junio y así lo trasladó a la plantilla. Después, el granadino debía llegar hasta Navidad y empezar enero con entrenador y varios jugadores nuevos. Agua.

También sigue en su cargo el secretario técnico, José María Barba, quien, como Lalo, cuenta con el aval del director general, Luis Carlos Cuartero, quien, por cierto, también sigue.