Con los deberes hechos, o muy bien encaminados, que si algo tiene la actual dirección deportiva del Real Zaragoza es capacidad de anticipación y una muy buena previsión en el trabajo, Lalo Arantegui puso los puntos sobre las íes en la 'operación refuerzos' del actual mercado invernal. Habló de las salidas, imprescindibles para hacer hueco a las entradas. Confirmó que habrá, al menos, otro fichaje (un central) y, si la economía lo permite, todavía se incorporará otro futbolista más (un hombre de banda). Arantegui toma poco la palabra, en contadas ocasiones a lo largo de la temporada, en la que la portavocía oficiosa del club recae sobre el verbo fluido y certero de Víctor Fernández, el mejor representante posible para esos menesteres.

Lalo Arantegui y Víctor Fernández. Víctor Fernández y Lalo Arantegui. El binomio deportivo a partir del cual el club ha construido este ilusionante Real Zaragoza 2019-2020, un equipo que encara la segunda vuelta en una predisposición magnífica para optar a los máximos objetivos. Dos hombres entre los que ha habido tensiones, que han jugado una continua partida de póker, cada uno moviendo sus cartas y sus peones, pero unidos por un mismo destino: el bien común del Real Zaragoza. En esa tarea adhesiva, de pegamento entre dos figuras de fuerte carácter y muchas veces pareceres diferentes, ha sido importante el trabajo de costura realizado por la propia entidad, por algunos de sus ejecutivos y por directivos de peso. La Sociedad Anónima tiene la mejor consideración profesional de ambos, los quiere a los dos, cada uno en su parcela, a cada cual con sus virtudes y sus singularidades, entendiendo como entiende que lo mejor para el Zaragoza es que Víctor Fernández sea su entrenador y Lalo Arantegui su responsable de fichajes. Porque así, con cada zapatero en sus zapatos, es como todo está funcionando.