Dicen los entendidos que en las pretemporadas no hay que sacar conclusiones precipitadas y que los encuentros distan mucho de la competición oficial y real. Sin embargo, tan cierto es eso como que el Real Zaragoza, en estas dos primeras pruebas, no ha tenido buena pinta. El duelo ante el Getafe, por ser el estreno, ante un Primera muy incómodo y bien trabajado, tenía un pase; pero el choque ante el Nástic encendió alguna alarma, porque los tarraconenses, de Segunda B, pudieron golear a un Zaragoza débil, vulnerable y con mucho trabajo por delante.

El equipo aragonés no ha estado bien, pero también es de justicia reconocer que es tiempo de probatinas, de examinar a cada uno de los jugadores y testear distintas posiciones y variantes. También son los primeros minutos de Rubén Baraja a pie de campo y el equipo poco a poco se irá empapando de sus ideas, pero el debut liguero asoma y el cuadro blanquillo necesita madurar rápidamente si no quiere tener un inicio tortuoso.

Uno de los grandes problemas que ha tenido el Real Zaragoza contra el Getafe y el Nástic ha sido la falta de ritmo. A pesar de que posee futbolistas para jugar rápido, sigue atascándose ante adversarios bien plantados en su propio terreno de juego. Le cuesta hacer que corra la pelota, mover con fluidez y salir a la contra tras robar en el medio del campo. Le ha faltado ese perfil todoterreno, físico y de ida y vuelta que cumplía a la perfección Guti y que el Zaragoza también tiene en James, aunque está lesionado. Lo más parecido es Jannick, pero en Tarragona actuó en el costado derecho, fuera de posición, y estuvo desaparecido.

Poco se puede rascar de la parte ofensiva. Juanjo Narváez y Vuckic dejaron buenas sensaciones, pero apenas fueron surtidos de balones. El Real Zaragoza no encontró el camino, fue plano, liviano y de momento no tiene ideas en ataque. Cero goles y poquísimos acercamientos figuran en la tarjeta blanquilla de estos dos encuentros.

Es preocupante, pero no lo sería tanto si al menos defensivamente el equipo se hubiese mostrado sólido y fuerte. No ha sido así y es, quizá, lo que más quita el sueño, porque sigue esa tendencia terrible del final de la campaña pasada, con errores de concentración, de conceptos e individuales. Hubo varias pérdidas de balón en la creación, fallos en las marcas, lentitud en las transiciones y la espalda quedó desguarnecida. Todo ello sin contar con el balón parado, que fue un dolor.

Pero no todo es negativo. Si con Víctor Fernández la zona central era el foco de peligro, con Baraja se traslada a los costados y, con un buen trabajo y entendimiento, puede ser un filón muy interesante. Chavarría fue de lo poco salvable en el Nou Estadi gracias a sus centros, su rapidez y su profundidad por banda y con el Toro y Vuckic, por su envergadura, puede crear una buena asociación.

De todos modos, el mismo Baraja avisó de que estos amistosos eran para ver qué carencias tiene el equipo y qué necesita reforzar en el tramo final del mercado. A falta de ver el choque de mañana contra el Girona, el Zaragoza necesita posiblemente otro jugador de banda y un medio con recorrido que pueda complementarse con Jannick y James. El resto dependerá de lo que suceda con Papu, que ni fu ni fa en esos amistosos; y Lasure, que podría quedarse como extremo izquierdo.