Dos derrotas seguidas acumula el Zaragoza cuando hoy visita el Heliodoro Rodríguez López, un estadio de buenos recuerdos recientes, y un rival que ha vivido en los últimos años una caída mayor que la zaragocista, que ya es decir. A la isla el equipo aragonés llegó ayer con retraso y con las urgencias de evitar pasar la línea roja, es decir entrar de lleno en una crisis que a finales de enero, cuando acumuló 10 puntos de 12 y fue el mejor del mes, no parecía factible, pero que se ha dibujado con el trazo del mal fútbol y las sonoras derrotas con Barça B y Lugo, que no han supuesto abandonar la zona de promoción, aunque continuar esa nefasta racha en esta jornada seguro que dejaría al equipo fuera de esas plazas.

Esos dos partidos han revelado la inconsistencia del plan zaragocista, además de dejar en evidencia la escasez de efectivos a poco que las bajas se acumulen y la incapacidad de Paco Herrera para establecer una base argumental y futbolística sólida en un equipo que es la viva imagen de la irregularidad en este curso. En muchos momentos, de la mediocridad. En ese escenario las polémicas de Pitarch con Movilla, los devaneos en la situación de Paredes, que viajó a Lugo y se quedó en tierra para este desplazamiento a Santa Cruz, y la precaria situación económica, con retrasos e impagos como norma habitual, convierten al Zaragoza, que ni en los mejores momentos fue una balsa aceite, en material altamente inflamable, expuesto a la explosión por el número de situaciones conflictivas que siempre rodean al equipo y al club desde que Agapito Iglesias llegó en mayo del 2006.

JAVI ÁLAMO El equipo vivió su mayor crisis tras la derrota en Jaén en noviembre. Ahí, con aquella goleada en el estadio de la Victoria, acumuló tres derrotas seguidas --Numancia y Eibar fueron antes-- y Herrera estuvo al filo del abismo, de la destitución, de la que se salvó sobre todo por un problema económico que sigue vigente ahora. Aun así, el técnico sabe que volver a encadenar tres partidos perdidos dispararía dudas y nervios, porque además el tiempo y las jornadas que restan --con la de hoy, 17-- se van agotando poco a poco.

El único consuelo zaragocista es la inconsistencia general en la categoría, donde el Eibar es el líder y el conjunto de Paco Herrera vive a seis puntos del ascenso directo pese a su errática trayectoria en la mayor parte de la campaña. La victoria en Tenerife, además, supondrá seguro acortar distancia con al menos uno de los de arriba, ya que Deportivo y Sporting, segundo y tercero, se miden en Riazor.

En todo caso, el valor del botín en el Heliodoro es sobre todo terapéutico, para empezar a cerrar heridas de nuevo abiertas y para tapar agujeros por los que se cuelan fantasmas, dudas y sombras, que ya hay una colección de ellos. Herrera recupera para la cita a César Arzo, al que tanto se ha añorado en los dos últimos partidos saldados con derrota, pero pierde por sanción a Álvaro y por lesión a Barkero, que se une a Cortés y Acevedo en la enfermería zaragocista.

El técnico, como es lógico, retocará el once tras la mala imagen en Lugo, aunque parece que por la baja de Acevedo mantendrá el 4-1-4-1. Arzo es novedad segura atrás y Víctor, tras siete injustos partidos de suplente, ha hecho méritos para serlo en la zona de ataque, donde seguirán Cidoncha, Montañés y Roger. La teoría habla de que Javi Álamo tiene casi todas papeletas de entrar por la banda derecha. La única duda en el once se centra, pues, entre Luis García, que merece ser suplente pero tiene la fe casi ciega de Herrera, y Víctor.

UN RIVAL AL ALZA El Tenerife de Álvaro Cervera ha recompuesto la figura tras su mal inicio de Liga y en esta Segunda de extrema igualdad circula a solo tres puntos del Zaragoza. En el Heliodoro ha logrado 21 puntos y fuera solo 12, por lo que tiene en su feudo la llave para sellar la salvación y en ella es decisivo Ayoze Pérez, sin duda la gran irrupción en la Liga Adelante este año. Antes que haga las maletas en junio --en Portugal aseguran que con destino al Oporto-- el canterano, de 20 años, está tirando del Tenerife para sellar su salvación, con 10 goles y 5 asistencias. Y eso que a Álvaro le costó darle entrada en el once en el arranque de Liga... Hoy, el punta tinerfeño será el hombre a vigilar por un Zaragoza que no debería atravesar la línea de la crisis.