El Zaragoza no se levantó en Montilivi, no reaccionó ni lo más mínimo en un día donde necesitaba dar un paso adelante, demostrar su candidatura al ascenso directo y seguir dependiendo de sí mismo para lograrlo. Eso lo perdió ante el Girona y ratificó que ha vuelto del parón siendo otro. Del equipo enérgico y valiente, imbatido en el 2020, que se resistía a los golpes y se incorporaba con fuerza ha pasado a ser un bloque sin alma, con la llama apagada y sin capacidad de encontrar respuestas. No las encuentra en La Romareda, donde lleva tres derrotas seguidas, y tampoco las tuvo en Gerona, en una salida difícilísima que no tenía nada que ver con las de Lugo y Almendralejo en la estatura del rival. El Zaragoza, en un día clave, no dio respuestas y llenó aún más de dudas su retorno a Primera, que ya está envuelto de negros nubarrones.

De momento, el equipo de Víctor ya tiene que esperar el fallo del Cádiz y el Huesca en las cinco jornadas que restan para no tener que recurrir a la lotería del 'playoff', de infausto recuerdo en las dos ocasiones anteriores para el conjunto zaragocista. Ha dilapidado los cinco puntos de renta que tenía antes de que llegara esa interrupción de la competición que tan mal le ha sentado a un equipo que llegó a ella con 22 puntos de 30 posibles y con la sensación de ir directo hacia Primera. Después, ha vuelto con otra cara, más lánguida y triste, el león se ha quedado sin fuerzas, agotado, para firmar un paupérrimo balance de seis puntos de 18 posibles. Solo el Racing (2) y el Numancia (3), lo han hecho peor en este nuevo fútbol que tanto está dañando al Zaragoza en su necesario retorno a la élite.

Quedan cinco partidos, Rayo, Oviedo y Ponferradina en La Romareda, y Tenerife y Albacete lejos de casa, para que el Zaragoza recupere lo que ha perdido en solo tres semanas. Tenía un billete directo a Primera desde la jornada 28, en las últimas nueve, y ese se lo dejó en Montilivi, donde de nuevo su fútbol tuvo muchos elementos grises, casi negros.

Y es que, salvo en momentos muy puntuales, en la segunda parte ante el Extremadura o el Huesca o en la pegada mostrada en Lugo, el Zaragoza ni está exhibiendo la frescura ofensiva que tenía antes del parón, ni enseña la fortaleza defensiva que mostraba. En Montilivi el error grueso fue de Clemente en el penalti, aunque Atienza, como otros días, había comprado algún número en una rifa que en algún otro partido le señaló. Sin embargo, por encima de errores puntuales es indiscutible que en defensa el Zaragoza ha dejado de ser fiable y eso lo está pagando muy caro.

En Montilivi, además, se vio un equipo sin apenas respuestas en ataque, y no solo en el césped, también en el planteamiento de Víctor, casi inofensivo, donde se echó en falta al sancionado Eguaras, con un James renqueante y sin química con Dani Torres, con Burgui de nuevo sin chispa, con Guti escorado en la derecha y sin tanta presencia y con Luis Suárez otra vez en una versión discreta que ha sido la mayoritaria en él tras el parón. Un solo disparo a puerta, de Burgui desde fuera del área, ofreció este Zaragoza sin alma que ante el Girona confirmó que es otro. El ascenso directo está en un pañuelo, con tres puntos entre Cádiz, Huesca, Zaragoza y Almería. No hay nada perdido aún, pero este equipo, ahora tercero, necesita volver a recuperar su llama.