Sigue sin haber nada que celebrar en La Romareda, donde el Real Zaragoza pierde puntos y credibilidad cada jornada que pasa. Ayer fue el cuarto por la cola, el Barcelona B, quien se llevó un empate adelantándose en el marcador y haciendo sufrir de nuevo al equipo aragonés, que solo tuvo diez minutos de empuje en la segunda parte y poco más. Nada cambia en el nuevo año para el conjunto de Natxo González, que le da vueltas y vueltas a la plantilla para llegar al mismo sitio, a ninguno, después de una primera vuelta lamentable.

El análisis es claro. Los números del Real Zaragoza son de descenso. Después de 21 partidos disputados suma 24 puntos, lo que da un promedio de 48 que le harían sufrir por mantener la categoría. Por suerte todavía tiene varios equipos por debajo con peores perspectivas. Porque además de los resultados, la confianza que transmite este grupo es mínima, por no decir ninguna. La fiabilidad que había sido el mejor aval para la llegada de Natxo González brilla por su ausencia. Todos los rivales merodean el área blanquilla con suma facilidad y raro es el partido que el equipo no encaja goles. Lleva una media de 1,24 recibidos por jornada.

Lo que es una peor noticia porque arriba tiene poca pólvora. Borja Iglesias y nada más. Vinícuis estuvo ayer voluntarioso, pero no tiene nada que ver con el gallego a la hora de aguantar balones largos, ganar alguna batalla, propiciar la salida del equipo. Tuvo ocasiones, sí, pero las desperdició una detrás de otra como si fuera un pez fuera del agua. Para rematar la jugada, con empate a uno y la necesidad de ganar, Natxo González quitó a su único delantero para acabar con un desubicado Buff de delantero centro.

Una más de las vueltas de tuerca de un técnico que cambia y cambia cada semana porque todavía no ha encontrado su equipo, después de media Liga y de tener a casi toda su plantilla desde el primer día. Ayer apostó por los canteranos, hasta cuatro, lo que no deja en muy buen lugar a los fichajes de este año a los que el técnico eligió no poner pudiendo hacerlo. Natxo sacó pecho por ello después.

La realidad es que su equipo no sabe ganar y ha firmado una primera vuelta lamentable, con números de descenso. Y más allá del resultado no hay nada, no hay fútbol y ya no queda ni rastro de aquella idea original de juego. Ayer apostó por un 4-1-4-1 que, sí, le dio mayor posesión del balón, pero la impresión fue que el filial del Barcelona era quien tocaba la pelota con mayor criterio, aunque las mejores ocasiones fueron del Zaragoza.

El final de la primera vuelta solo confirma lo ya sabido. Que este Real Zaragoza es el peor del último lustro en el que el equipo se despeña por la Segunda División. 24 puntos ha sumado en 21 partidos con solo cinco victorias y nueve empates. En La Romareda únicamente ha sido capaz de vencer en dos ocasiones, dos, en diez partidos. Ha dejado escapar en casa 18 de los 30 puntos disputados. Como era de esperar el simple cambio de año no ha alterado en nada la trayectoria de este equipo que continúa errático y sin rumbo fijo.

Los números son malos por sí mismos, peores aún si se comparan con los de los últimos años, que ya eran malos en su momento. La temporada pasada cerró la primera vuelta con 27 puntos, tres más que ahora, las dos anteriores había sumado 31 y estaba en plena lucha por el playoff y en la 13-14 llevaba 32 y era cuarto. Este Real Zaragoza solo está en disposición de no quemarse, de huir o de que no le alcancen los de abajo. La zona de ascenso es una quimera porque al ritmo actual haría falta una revolución demasiado profunda para poder si quiera soñar con ella. No está para grandes retos este equipo, sino para sacar el paraguas e intentar mojarse lo menos posible. Lo que pasa es que, como ayer en La Romareda, fuera llueve a mares.