Lucas Alcaraz se comerá los turrones como entrenador del Real Zaragoza salvo debacle en Riazor o inesperado cambio de planes en la entidad, pero el técnico está prácticamente sentenciado. La intención es mantener al granadino en el banquillo hasta Navidad, es decir, Alcaraz dirigirá al Zaragoza en Riazor ante el Deportivo y, en función del resultado en tierras gallegas, se jugará el puesto la jornada siguiente en La Romareda frente al Extremadura. No hay, pues, ultimátum esta semana pero sí lo habrá la siguiente si el Zaragoza cae derrotado ante el Deportivo de Natxo González.

El empate del pasado domingo ante el Córdoba no ha cambiado demasiado la situación del entrenador, ratificado la pasada semana por el director deportivo, Lalo Arantegui, que descartó que el futuro del técnico estuviera vinculado al resultado del encuentro ante el Córdoba. Alcaraz sigue, de momento, aunque su crédito dentro del club cada vez es más limitado y, de hecho, ya se sondea el mercado en busca de opciones, mientras comienzan a sonar nombres.

En el seno de la entidad apenas hay confianza en que el granadino sea capaz de dar la vuelta a una situación que no ha hecho sino empeorar desde que él está al frente. Ni siquiera la paulatina recuperación de efectivos ha mejorado el rendimiento de un equipo que sigue mostrándose incapaz de revertir el momento más delicado de su historia moderna.

De nada han servido las innumerables vueltas que Alcaraz le ha dado a la alineación y al sistema. El rombo inicial apenas duró dos partidos (con sendas derrotas en Elche y en casa ante el Granada). En Tarragona, el Zaragoza presentó por primera vez un dibujo con tres centrales y el equipo logró la única victoria (1-3) de la era Alcaraz. El triunfo dio continuidad al sistema hasta el pasado domingo, cuando el técnico andaluz recuperó el rombo y cambió a medio equipo -seis jugadores- para que todo siguiera igual y el Zaragoza no fuera capaz de derrotar al peor visitante de la categoría.

Capítulo aparte merecen las recolocaciones de futbolistas. Delmás y Nieto, dos laterales, han ejercido como centrales en varios duelos mientras Álex Muñoz y Verdasca, centrales puros, se quedaban en el banquillo. Benito ha sido ya lateral, carrilero e interior y Pep Biel ha actuado como mediapunta, interior y carrilero.

Con Alcaraz, James se ha quedado fuera en tres de los siete partidos, Zapater acumula tres encuentros enteros sin disfrutar de un solo minuto y jugadores, como es el caso de Aguirre el pasado domingo, pasan de la titularidad a la grada de una semana a otra. Lo que antes se analizaba como una búsqueda incesante de soluciones se entiende ya como un claro síntoma de desorientación. Ya no es cuestión de que Alcaraz no dé con la tecla, sino que está desnortado.

En todo caso, no habrá decisiones drásticas a corto plazo. La difícil visita a Riazor no es el mejor escenario para dar comienzo a una nueva etapa con otro entrenador al frente. Por eso, el club aboga por aguantar a Alcaraz, a pesar de todo. Así, en principio, el granadino estará en el banquillo el último partido del 2018, el 22 de diciembre ante el Extremadura en La Romareda. Pero, si el equipo no reacciona o no se han precipitado antes los acontecimientos, el granadino ya no volverá en enero. Para entonces, el nuevo entrenador ya dispondría de los fichajes que la entidad pretende acometer. Todo con el objetivo de alumbrar un nuevo Zaragoza en el 2019.