La primera vez que se reunió la selección española fue en los Juegos Olímpicos de Amberes, allá por 1920. Ni siquiera había nacido la Liga tal como la conocemos. De aquel torneo, España regresó con una meritoria medalla de plata forjada después de una victoria contra Suecia, encuentro en el que sucedió una anécdota que trascendió las generaciones y marcó la historia del fútbol español. Estaba siendo un partido duro y Belauste, jugador del Athletic, andaba furioso por ello. A voz en grito, en una falta lateral, reclamó el balón a Sabino, su compañero de club y también de andanzas en la selección, que era quien la iba a botar. “El pelotón a mí, Sabino, que los arrollo”. Las crónicas de la época relatan que Belauste marcó y que incluso se introdujo con el esférico en la portería. Ese momento quedó para siempre como el origen de la furia española, una manera de entender este deporte que identificó durante décadas a la selección española, hasta que una nueva hornada de virtuosos cambió la memoria colectiva con un modelo distinguido, de gusto por el pase y totalmente antagónico.

Luis Suárez es colombiano de nacimiento y, desde hace unos meses, también español tras jurar la Constitución. En los genes, además de la cumbia cafetera, lleva esa furia tan española con la que Belauste marcó a Suecia. Pero no solo el coraje, también esa picardía tan propia de nuestro país. En La Romareda, contra un extraordinario Numancia, exquisito equipo que tuvo el control del partido y varias ocasiones para adelantarse (el poste y un milagroso Cristian Álvarez lo impidieron), decidió el triunfo con una acción que combinó la furia que lo distingue desde que juega en Zaragoza y la pillería de siglos atrás. Corrió como un poseso a por un balón cedido al portero que se dirigía justo hacia la zona donde el campo se había encharcado. La pelota se quedó parada y Suárez le robó la cartera al defensa, cedió a Javi Puado, el mejor de la tarde, que redondeó su magnífico encuentro con el 1-0. Sabino, a mí el pelotón, que los arrolló. Y Suárez los arrolló. Al Numancia, también.