El empate es malo. No puede ser de otro modo cuando se acumulan méritos para llevarse la victoria en el autobús. Un punto es un botín raquítico para lo que hizo el Zaragoza en Anduva, donde impartió un recital y exhibió todas las cualidades que le han llevado a ser el mejor equipo del momento y, seguramente, el principal aspirante al ascenso. Aplastó el conjunto aragonés al Mirandés a base de fútbol del bueno. Ese que somete al oponente a un desquiciamiento colectivo que le hace correr sin sentido. Fue mejor el Zaragoza con balón y sin él. En la pizarra y en las dos áreas. En cada duelo individual. En músculo y en calidad. En todo. Pero no ganó y, víctima de sus propios errores, se volvió a casa con un punto más que, si bien le permite seguir sumando y abriendo brecha desde el segundo puesto, sabe a rayos.

Es extremadamente difícil brillar en el barro con el que el Mirandés construye su trinchera en Anduva, donde no pierde desde hace siete meses. Pero la deslumbrante luz que desprende el Zaragoza cegó a un cuadro burgalés que nunca lo vio claro. De hecho, los de Iraola estuvieron desorientados durante gran parte del partido y a merced de un rival con los ojos inyectados en sangre.

La puesta en escena del equipo aragonés dejó claro al Mirandés que el partido iba a ser un suplicio. En un par de minutos, el Zaragoza, con Eguaras algo más retrasado que una línea de cuatro en la que James y Guti le escudaban unos metros más adelante y Burgui y Soro aparecían por los costados, ya había botado un saque de esquina y dejaba pisadas en el área de Limones. El primer disparo llegó a los diez minutos, por mediación de James, que apuntó demasiado alto.

La presión alta volvía a dar réditos a los aragoneses, que metían miedo a un Mirandés que trataba, sin éxito, de domar al león desde la medular, donde Malsa era presa fácil para Eguaras, James y Guti, el tridente mágico con el que el Zaragoza nunca ha perdido fuera de casa. En uno de esos continuos asedios, un balón arrebatado por Guti encontraba a Puado, cuyo intencionado disparo se topó con la pierna de Sergio poco después de que Vigaray hubiera hecho lo propio en una internada de Matheus.

El crecimiento del Zaragoza era imparable. El Yamiq, otra vez colosal, cabeceaba alto un saque de esquina poco antes de que llegara el único acercamiento del Mirandés en toda la primera parte. Fue un disparo de Peña a la media hora que ni siquiera encontró portería, al contrario que el posterior de James, que, con un golpeo de alta gama, culminó como merecía una gran jugada de Puado que le sirvió el gol en bandeja de plata. El tanto hacía justicia a los méritos de un Zaragoza que tenía el partido en el bolsillo y al Mirandés entregado. Nieto, que decidió disparar en lugar de buscar un compañero en una contra clara, y Burgui gozaron de sendas ocasiones para aumentar la renta antes de que la campana salvara a un Mirandés que acudió al vestuario como el que huye del demonio.

Pero, nada más reanudarse el choque, el único error serio del Zaragoza lo echó todo por la borda. Una horrorosa entrega de Atienza regaló el balón a Iñigo Vicente para que el recién incorporado buscara en carrera a Matheus, que no desaprovechó el presente. El tanto dolió como una puñalada, sobre todo, porque castigaba de forma implacable a un equipo que lo había hecho todo bien hasta entonces, pero el rigor de esta categoría reside también en la severa penalización de los errores. Y el de Atienza dejaba al Zaragoza sin lo que tanto le había costado adquirir.

El tanto envalentonó a un Mirandés mejorado con Vicente pero que no había hecho mérito alguno para que el partido lo rescatara. Alexander asustó a Cristian con un tiro ajustado, pero el Zaragoza no tardaría en sacudirse el atrevimiento local. Vigaray, tras una preciosa combinación entre James, Nieto y Puado, disparó fuera por poco cuando los 600 zaragocistas en Anduva ya celebraban el gol. Eguaras, poco después, disparaba alto.

Víctor tiró de Álex Blanco en busca de más profundidad y el levantino se asociaba bien con el incansable Vigaray. Burgui daba continuidad a la cantidad de ocasiones malogradas con un disparo que rozó la escuadra tras dejada de Guti y el Mirandés, que bastante tenía con seguir en pie, tuvo la suya con un disparo de Antonio Sánchez que encontró a Cristian en la única ocasión que el meta tuvo que emplearse a fondo.

Pero la última también fue del Zaragoza. Álex Blanco no dejó pasar el esférico camino de Puado en la enésima llegada de Vigaray y el Zaragoza se quedaba con un maldito punto bueno tan raquítico como valioso.

Mirandés: Limones, Alexander, Sergio, Odei, Kijera (Ohemeng min 82), Malsa, Crisetig (Íñigo Vicente min 46), Joaquín (Franquesa min 65), Antonio Sánchez, Álvaro Peña, Matheus.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez, Vigaray, Atienza, El Yamiq, Nieto; Eguaras, Raúl Guti, Igbekeme; Soro (Álex Blanco min 75), Javi Puado y Burgui (Linares min 84).

Goles: 0-1 M. 35: Igbekeme. 1-1 M.47: Matheus

Árbitro: Sagués Oscoz (colegiado vasco). Amonestó por los locales a Alexander (min 43), Kijera (min 54), Antonio Sánchez (min 75), Álvaro Peña (min 76) y Malsa (min 78) y por los visitantes a Puado (min 26), Vigaray (min 41) y Nieto (min 80).

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 24 de LaLiga Smartbank celebrado en el Estadio de Anduva ante 3.434 aficionados con la presencia de 600 aficionados del Zaragoza.