Que el error de Atienza que originó el gol del Mirandés, un fallo individual aislado, no equivoque las conclusiones. El Real Zaragoza solo sumó un punto cuando los tres volvían a asomar en el horizonte y sus merecimientos fueron más que suficientes para lograrlos, pero confirmó todas las buenas noticias. Es un señor equipo. Una vez más demostró que posee una solidez colectiva extraordinaria, que se traduce en un dominio de los partidos muy constante, en escenarios distintos y en todas las suertes del fútbol, en defensa y en ataque. Desde que comenzó el 2020, que fue cuando empezó a confirmar de manera rotunda una mejoría que ya venía advirtiéndose con algunos altibajos en los últimos meses del 2019, el Real Zaragoza ha sido casi siempre amo y señor de los encuentros que ha disputado.

Apenas ha recibido goles (tres en siete jornadas, uno de ellos de penalti y otro por un agasajo de Atienza) y apenas ha concedido ocasiones. Los rivales sufren penurias para acercarse al área de Cristian Álvarez. El trabajo de presión alta, que empiezan los propios delanteros, es destacado. El sistema de destrucción está funcionando desde su génesis, como también lo está haciendo la línea de atrás, con la tacha de Pichu en Anduva. Un regalo, un gol. Sin embargo, mirándolo con perspectiva, su regreso y el de Vigaray han elevado el nivel. Nieto continúa en una línea de estabilidad notable y El Yamiq ha aportado presencia física, altura y una serenidad en el juego impropia de Segunda.

Prácticamente todas las jornadas, el Real Zaragoza parece un equipo más alto, más fuerte, más rápido, más compacto y consistente que sus rivales. El progreso de James Igbekeme ha sido importante para formar un armazón muy seguro en el medio con Eguaras y Guti. Control por calidad y por despliegue físico. En ataque, Víctor Fernández tiene una variedad de posibilidades espectacular. En ausencia de Luis Suárez, Javi Puado mantuvo su magnífico tono en Miranda, peligrosísimo siempre. Dio la asistencia del gol de James con una demostración de lectura de juego brillante y Vigaray desperdició otra tanto o mejor. Soro saca buena nota todas las jornadas y Burgui debutó como titular ofreciendo lo que tiene: verticalidad y descaro. Le falló el remate. En sus botas tuvo la victoria.

Todos están bien, en una cota interesantísima, más que suficiente para aspirar a las metas mayores. La respuesta al 1-1 del Mirandés volvió a ser la de un grupo preparado en máximos. Sobreponiéndose e imponiéndose. El equipo tuvo el 1-2 y hasta el 1-3. Se quedó con el empate. Un punto que es menos que tres, pero que ratifica que la línea de este Zaragoza es indudablemente la adecuada.