Marc Gual está a poco más de un mes de cumplir 23 años. Es todavía un chico muy joven y un delantero con varios pecados de juventud. Víctor Fernández lo apartó de la convocatoria para Lugo después de su última aparición en Las Palmas, algo más de 30 minutos, en los que dejó profundamente insatisfecho al cuerpo técnico. El punta ha descrito una curva descendente con el entrenador aragonés en el banquillo. En el estreno de Víctor recibió todos los honores: ocupó el centro de la delantera, con su consiguiente responsabilidad, escorando a la izquierda a Álvaro, hoy por hoy indiscutible nueve del Real Zaragoza por varios cuerpos de ventaja y goles, que son amores. Marc Gual no aprovechó su momento y de la titularidad se precipitó al banquillo y del banquillo al sofá de su casa este fin de semana. Su terrible falta de puntería en la definición le ha marcado a fuego. En Las Palmas tampoco hizo gol, pero ya ni siquiera jugó bien.

Solo ha hecho dos tantos en 20 partidos, pero bien podría llevar un buen puñado más. Una concentración de factores le ha conducido a su estado actual: sus propios fallos, algunos muy chillones, el exceso de ansiedad, la desconfianza y una mala gestualidad en el campo en determinados momentos. Al final, grano a grano ha hecho granero y ha terminado por desesperar al respetable y por desesperarse.

El fútbol le está poniendo una prueba de madurez delante para entenderla y crecer. Necesita entrenamiento futbolístico para corregir sus problemas de definición y entrenamiento mental para no repetir los errores que le han hecho no estar en Lugo.