El gol de Fede Vico fue un mazazo cuando el partido ya agonizaba, cuando la necesaria victoria parecía ya una realidad para aportar mucho oxígeno a un Zaragoza preso de los nervios, con poco fútbol y mucha fragilidad, incapaz de aguantar el marcador a favor tras el tanto de Cani. Recibió ese cruel golpe del Lugo en el descuento para aumentar la sensación de crisis de un equipo que aún no sabe lo que es ganar en el 2017, que suma un punto de 12 en un enero trágico y que vive más cerca del descenso, a 4 puntos, que de la promoción, a 6.

El club parece que dará cuerda una semana más al reloj de Raúl Agné, que estará salvo giro en la decisión ante el Huesca en el derbi del sábado, pero es obvio que el Zaragoza necesita mucho más, que la mejoría de ayer, con respecto a los desastres ante el Tenerife y el UCAM, es insuficiente y que ahora mismo solo puede pensar en amarrar cuanto antes la salvación, la continuidad en la categoría de plata.

En esa cruda realidad se mueve el zaragocismo, donde un sector mostró antes y durante el partido síntomas de enfado con los dirigentes y que se marchó de La Romareda entre el hastío por la situación y el dolor por ese gol que fue un disparo en el corazón, un mazazo lleno de crueldad.

El partido, nivelado y donde el Lugo demostró que es un equipo fuerte en ataque y mucho más débil atrás, parecía decidido después de que un robo de Javi Ros tras un error de Ignasi Miquel lo llevara al fondo de la red Cani. Ahí, el Zaragoza se ponía por delante en un choque que no gobernó nunca, ni antes ni después, aunque su incapacidad para dominar los pleitos es ya un clásico en esta gris temporada, lo mismo que sus problemas para amarrar partidos con el marcador a favor. Probablemente, lo segundo tenga que ver con lo primero.

El caso es que la primera hora de partido hasta el gol de Cani el Zaragoza dirimió un choque muy igualado con el Lugo. Con Zapater por fin de lateral derecho y Cabrera en el izquierdo la retaguardia mostró mejor faz, mientras que Erik Morán, titular pese a estar en la rampa de salida, comenzó bien en el medio, aunque se diluyó con el paso del tiempo. Agné, además, apostó por Irureta y el meta vasco no le dejó en mal lugar esta vez, aunque quizá pudo hacer más en el gol.

La Romareda, eso sí, puso el foco primero en Sergio Gil, que no se amilanó en ningún momento y que hasta se encaró al final con Ángel, señal de personalidad, aunque el partido que firmó con el Lugo no pasó del aprobado. De hecho, tras unos minutos iniciales con el balón para el rival, el Zaragoza empezó a acercarse a la portería de José Juan y a generar peligro. Un mal disparo de Ángel, y una parada de José Juan tras la primera de las decisiones equivocadas de Xumetra fueron los primeros avisos del Zaragoza.

Claro que el mayor llegó poco después. Un disparo de Javi Ros se lo encontró en el área Ángel y, con todo a favor y una inmensidad de tiempo, tiró al muñeco. Está claro que la definición no es el fuerte del ariete, al que nunca se le niegan voluntad y espíritu.

El dominio era del Zaragoza, pero el Lugo amenazaba con la velocidad. Zapater tenía controlado a Pedraza, salvo en una jugada donde asistió a Joselu y acabó en gol, anulado por el árbitro para respiro de La Romareda porque no pareció fuera de juego. Perdió fuelle el Zaragoza en los minutos finales, donde Xumetra volvió a fallar una ocasión y tampoco Campillo supo resolver la oportunidad del Lugo para que al descanso se llegara con la sensanción de que el choque se iba a resolver por un detalle mínimo.

CAMBIOS Y GOL

Salió mejor el Lugo y Agné buscó frescura con Xiscu, pero lo que encontró el Zaragoza fue el gol de Cani, lleno de la calidad que atesora y de la que siempre deja destellos, algunos más provechosos que otros. Irureta exhibió reflejos en una parada a Djaló y Agné vio que su equipo necesitaba tener más el balón para hacer debutar a Edu Bedia y sentar a un Cani ya agotado.

El Lugo se lanzó a por el empate, Caballero añadió centímetros en ataque y Fede Vico y Yelko, talento. Mientras, el Zaragoza cambiaba el dibujo, quitando el doble pivote con un 4-1-4-1 donde aguantó la tormenta del conjunto gallego, basada en muchos saques de esquina y en vivir cerca de Irureta, aunque sin claras ocasiones para marcar.

Con Zapater cada vez más crecido y con la entrada de Barrera para aumentar frescura en la medular, el Zaragoza se apretó los machos con la única consigna de aguantar el triunfo. Logró alejar al Lugo del área de Irureta y parecía que iba a firmar el triunfo, pero Erik Morán perdió un balón, el repliegue fue horrible y Fede Vico no perdonó con un disparo cruzado y raso desde fuera del área, un mazazo cruel para este pobre Zaragoza.