-El sueño duró poco….

-Fue más corto de lo que me hubiese gustado, sí. Fue una lástima esa lesión en Palma porque no pude disputar todos los partidos que me hubiese gustado y me quedé sin dar mi mejor versión.

-Usted llegó en el mercado invernal, con una cláusula de renovación automática por un año más en caso de haber jugado 13 partidos. ¿Cuándo se lesionó supo que se había acabado todo?

-Lo tenía claro desde que vine. Sabía que cualquier pequeño percance me iba a restar para poder conseguir ese objetivo de jugar 13 partidos para renovar, pero es cierto que, cuando ya había cogido el ritmo adecuado de partidos y me iba encontrando mejor, tuve ese pequeño percance. Además, luego estuve fuera más tiempo del previsto debido a una pequeña recaída que me hizo frenar en seco y fue ahí cuando se me fueron las esperanzas. La pena fue, sobre todo, no poder ayudar a mis compañeros en una situación tan delicada como la que nos encontrábamos.

-Y eso que usted estaba convencido de que iba a acortar los plazos de recuperación…

-Porque fue una lesión similar a la que tuve en el Rayo Vallecano y entonces volví a competir en apenas 20 días. Pensaba que iba a ser igual y la realidad es que todo iba viento en popa, pero cuando empecé a correr y a hacer cambios de ritmo, ese pequeño percance me obligó a retroceder y a tomarlo con más calma. Afortunadamente, pude disfrutar de un par de partidos a final de temporada y al menos pude irme con un mejor sabor de boca.

-Con lo que le costó llegar al primer equipo del Real Zaragoza. Toda una carrera.

-Y tanto. Después de las vueltas que tuve que dar para conseguir cumplir mi sueño de jugar en La Romareda con el Zaragoza, me hubiese gustado seguir. Además, los últimos partidos me demostré a mí mismo que podía ser útil y ayudar, pero al final la vida son pasos al frente. Seguir aquí no dependía de mí y yo seguiría encantado, pero otras personas decidieron que no era la persona adecuada para continuar y tan amigos.

-¿Cómo se lo dijo Lalo?

-Me lo esperaba. Sabía que no iba a llegar a los partidos exigidos para renovar, pero es que además notaba que no iba a seguir. Tampoco para él tuvo que ser plato de buen gusto porque hemos sido compañeros -jugaron juntos en el Huesca- y no sería fácil decírmelo. Pero ya le digo que lo tenía bastante asimilado. Lo esperaba y no me pilló por sorpresa.

-No es habitual que sea un amigo el que le diga a otro que debe irse…

-Pero hay que separar lo personal de lo profesional. No porque tengamos amistad o buena relación fuera del campo tiene que haber favoritismos. Hay que tomar decisiones y la amistad es para otro tipo de cosas. Con Lalo compartimos vestuario y unimos lazos. Pasamos muchas horas juntos y seguiremos manteniendo relación porque tenemos un grupo muy majo formado por los que vivimos aquella época.

-¿Qué Zaragoza se encontró? ¿Muy diferente al que dejó una década antes?

-Una afición más concienzada de dónde está su equipo. Hechuras de un club grande que pasa por horas bajas. Me encontré un león herido pero que en cualquier momento puede empezar a rugir de nuevo. Pero cada año es más difícil y con el escudo no vale en una competición tan igualada como la Segunda División. Ojalá vuelva donde tiene que estar porque este club es de los grandes de España y ya le toca vivir un ascenso de nuevo tras siete años seguidos en esta categoría.

-¿Su secreto para dejar huella es no hacer ruido?

-Me gusta ser recordado como una buena persona. Es lo que quiero. Como futbolista puedes gustar más a unos y menos a otros, pero siempre he intentando ser lo más honesto posible conmigo mismo y lo poco o mucho que tengo ponerlo al servicio del equipo para darlo todo hasta el último día. Una persona no puede engañar y yo tengo la conciencia tranquila porque he intentado hacerlo lo mejor posible en todos los aspectos.

-¿Se marcha decepcionado con algo o con alguien?

-No. Solo estoy agradecido de la oportunidad que me dieron aunque me queda la pena de que no se haya podido ver mi mejor versión. La pasada temporada ayudé a ascender a un equipo, el Rayo, con una buena participación y un rendimiento aceptable. Estoy agradecido desde el primero al último empleado y aficionado que me he encontrado.

-¿Y el vestuario? ¿Sintió miedo?

-A mí me recibieron con los brazos abiertos y eso hizo que mi adaptación fuera rápida. Pero cuando entras en una dinámica compleja con momentos muy difíciles igual ese paso al frente que exige todo un Zaragoza es más complicado de dar. Miedo no es la palabra, pero hubo respeto y dudas porque el equipo hizo partidos para lograr mucho mejores resultados, como ante Alcorcón o Deportivo, por ejemplo. Pero cuando estás abajo hay que hacer muchas cosas bien y, además, los rivales te penalizan con muy poco y se llevan un gran botín.

-Con usted como titular, el Zaragoza no encajó más de un gol en un partido...

-No me paro a pensar en eso. A mí lo que me gustaría es que el equipo hubiera sumado muchos más puntos. Me quedo con que no se vio mi mejor versión, pero tengo la conciencia tranquila de haberlo hecho lo mejor posible.

-¿Con quién ha mantenido una relación especial ahí dentro? ¿Quién le ha sorprendido en el vestuario?

-Me ha sorprendido Guitián. Lo había visto jugar, pero me sorprendió como jugador y como persona. Es un diez dentro y fuera del campo.

-Él se deshizo en elogios hacia usted cuando se dio a conocer su fichaje. Dijo que era una referencia para él y que jugar a su lado era un sueño...

-Ya le dije a él que era una pena no haber coincidido antes para haber formado un buen tándem. Ha habido poco espacio para disfrutar juntos, pero el suficiente para darme cuenta de lo buen deportista y lo buen chaval que es y ojalá vuelva a la categoría a la que pertenece, que es la Primera División.

-¿Cómo fue su relación con Víctor Fernández?

-Buena. Desde el principio me dijo lo que esperaba de mí, pero la lástima fue que, cuando estaba cogiendo el ritmo, me lesioné. Pero siempre me transmitió confianza en mí. Desde el primer minuto hasta el último.

-¿Y ahora qué?

-Quería verme estos dos últimos partidos, porque cuando llevas tiempo sin jugar y tienes 37 años te quieres ver compitiendo, pero salí satisfecho de mi rendimiento y las piernas aún funcionaban. Eso no quiere decir que mañana me diga la cabeza que no quiere jugar. Sí tengo claro que quiero seguir al menos un año más y a ver qué nos depara el futuro.

-¿Dónde quiere estar?

-Lo que tengo claro es que no me voy a mover de donde está mi familia. Ya llevo mucho tiempo dando vueltas y ya no me muevo más.

-¿El Ejea es una gran opción?

-Por supuesto que barajo esa opción. Cuando quieres quedarte cerca de casa, ¿qué puede haber más cerca que Ejea? Pero a día de hoy aún no he hablado con nadie.

-Entonces, todavía no se ha puesto fecha de caducidad…

-Los dos últimos partidos me sirvieron para no mirar tan a largo plazo. Me encontré bien físicamente y creo que rendí a un nivel aceptable en una categoría tan exigente como la Segunda división. Pero ya le digo que igual me levanto mañana y veo que las piernas ya no van. Tengo claro que no voy a estar por estar. Ya he dado muchas vueltas y lo que quiero es ayudar. Para estorbar, creo que es mejor dar un paso al costado.

-¿Qué ha significado el Zaragoza para Dorado?

-Es el equipo que me dio la oportunidad de abrirme paso en el mundo profesional y me ha permitido tener una carrera bonita y larga. Al final he tenido la recompensa de cumplir mi sueño y de hacerlo realidad al final de mi carrera. Era una espina que se había quedado ahí y quería sacarla. Lo he logrado.