Lo mejor es que el Real Zaragoza ya pueda dar por finalizada la pesadilla de esta temporada, que ha sido una agonía permanente, un incontable pase de raciones de mediocridad a la que se sumó la derrota en Tenerife, por la mínima, en un partido en el que, para que nadie se sorprendiera, el equipo de Víctor Fernández mostró las carencias habituales, su dramática flojera defensiva y su poca eficacia en las ocasiones que genera. Al rival le bastó con ser mejor en la estrategia, en el balón parado, otro drama zaragocista en este curso, y aumentar la velocidad de crucero en el final de la primera parte y en el principio de la segunda, donde Nano firmó la única diana.

El telón llegó, pues, en forma de derrota. Pero la mejor noticia es que esta terrible función ya ha acabado, que el zaragocismo puede despertar de esta pesadilla y que necesita que el club, con su escasa capacidad para la autocrítica, haga las cosas mucho mejor en la temporada próxima, con Víctor como patrón del barco, algo que ilusiona a la afición, pero el técnico, por sí solo, no es garantía de nada. El Zaragoza, tras estos 51 puntos y esta gris decimoquinta posición, debe resetear, cambiar cosas, más allá de los movimientos que va a haber en el accionariado con el mayor peso que va a adquirir César Alierta. El equipo se dispone a vivir su séptima campaña seguida en Segunda. Que esa sea la mejor noticia tras una temporada tan horrible habla bien a las claras del mal trago vivido este curso. El final, queda dicho, no se saltó ese guion de mediocridad.

Para un partido donde nada había en juego más allá de regalar una alegría a la afición zaragocista (algo que nunca está de más) dispuso Víctor un once con hasta cinco novedades, con Lasure de lateral zurdo y Nieto jugando por dentro junto a Guti y por delante de Eguaras, dejando las alas a Soro y a Pombo y a Marc Gual como referencia. El Zaragoza saltó al césped, en un encuentro de pocos alicientes, con la idea de tener el balón y de buscar la portería rival. Lo cierto es que, entre la flojera de intensidad de los dos equipos, fruto de que el orgullo y buscar la compensación económica de derechos televisivos no son incentivos demasiado importantes, el partido tenía poca historia que contar.

Quiso empezar a escribir algunos renglones el Zaragoza desde la banda izquierda, con Lasure y Pombo activos y con Marc Gual tan participativo como de costumbre, pero con el escaso acierto habitual. El delantero badalonés falló un gol cantado a bocajarro, ante Galván, que ya había despejado un remate envenado de Alberto Benito que después sacó Alberto y otro de Soro. El balón se le quedó a Gual para marcar, con todo a favor, pero lo estrelló en el cuerpo del portero.

Controlaba el Zaragoza el ritmo del pleito y aprovechaba el bajón de intensidad del enemigo para tocar con cierta soltura, con Nieto y Guti participando y con Soro mejorando todo lo que pasaba por sus pies. Pombo, tras revolverse bien en el área, y Nieto, con sendos disparos, siguieron probando a Galván hasta que el Tenerife decidió que era el momento de quitarse las legañas y meterse un poco en el partido.

ESTRATEGIA LETAL / Montañés, desde la izquierda, se empezó a activar y el Tenerife ya avisó en un córner donde Jorge Sáenz aprovechó la desaplicación que siempre concede Verdasca para rematar con un espléndido cabezazo que despejó Ratón. El meta gallego fue providencial en un remate de Nano tras una contra armada entre Naranjo y Montañés. Ratón y el palo evitaron el gol y Galván, en el área contraria, sumó otra parada ante Soro. Lo mejor del partido eran los guardametas.

Tras el descanso apareció más enchufado el Tenerife, que no tardó en marcar. Hace tiempo que los enemigos saben que la defensa zaragocista siempre va a dar alguna concesión. O varias. Un córner dejó en mal lugar a Verdasca, otra vez, y Jorge Sáenz remató de cabeza para que Nano se adelantara a Pombo y desviara lo justo el balón con la testa para anotar en el minuto 48.

Nano, tras irse por velocidad de Dorado, probó de nuevo la buena respuesta de Ratón y Carlos Ruiz y Malbasic también lo intentaron en un arranque de la segunda mitad donde no hubo noticias del Zaragoza hasta que Víctor dio entrada a Pep Biel. El balear reactivó el ataque y nada más salir mandó un balón al palo en una falta con toque de maestro.

No fue suficiente, en todo caso, Pombo y Gual mostraban cada vez menos acierto y Soro bajó su nivel de la primera parte. Víctor apostó por Linares, que pasó desapercibido y Soro tuvo dos remates donde no ejecutó bien. Sí, la eficacia es escasa en este equipo, ya se sabe. Aún tuvo Tyronne la sentencia que despejó con la mano Benito mientras el partido, tan bajo de intensidad, moría, con el debut de Albert Torras como anécdota y para alegría del zaragocismo, que puede celebrar que esta pesadilla ya es historia, que quizá vengan tiempos mejores tras tantas noches seguidas de oscuridad. Sí, ojalá lleguen, aunque haya que cambiar muchas cosas. Al menos, este telón ya ha caído. Ya era hora.