El momento todavía es embrionario. Todo acaba de empezar y la resolución de la temporada está muy lejos, ni se intuye. La pelota no ha echado a rodar ni lo hará oficialmente para el equipo hasta dentro de dos semanas. Pero mientras ese instante llega, Rubén Baraja, recién incorporado al trabajo de campo hace muy pocos días, está abanderando un giro notorio en el discurso del Real Zaragoza. Atrás, para aquellos meses frustrantes de agosto, están quedando las lamentaciones, el ruido y el bullicio. El técnico está cambiando el sentido del mensaje. Del pasado al futuro.

La terminología y el vocabulario que salen de su boca van ya en otra dirección. Alejados de la confrontación. Un discurso limpio. En 18 minutos de comparecencia, todo esto dijo: “No hemos de buscar excusas ni coartadas ni lamentarnos”, “hemos de encontrar soluciones, tener rapidez de adaptación y superar las dificultades que nos encontremos”, “hay que revitalizar la ilusión y la energía del grupo”, “tenemos una buena base de jugadores que hicieron una temporada a gran nivel, hemos de lograr que entiendan lo que buscamos y construir un equipo”, “no tengo preocupación, estamos en un proceso de mejora buscando nuestra identidad con una predisposición muy buena, hay materia prima en la plantilla”.

La temporada 2020-2021 está en marcha y la actitud de Baraja ante ella, mirando solo para adelante y nunca para atrás, es la mejor de las posibles. Luego, cuando la Liga regrese a La Romareda, tendrá que ser capaz de levantar un Real Zaragoza que juegue bien al fútbol y que gane partidos, sólido y regular. Mientras tanto, así se gana el futuro. No viviendo en el pasado.