En el buen momento deportivo que vive el Zaragoza, con tres victorias y un empate en el 2014 y a un punto de la zona de ascenso directo, el caso que representa José María Movilla es, sin duda, un lunar que tiene difícil solución. Por lo menos hasta ahora, ya que las partes andan tan distanciadas como el primer día, al pedir el jugador lo que le resta de contrato, un año y medio, algo inasumible para el club, que de momento asegura que no se plantea el despido del futbolista, tanto por motivos económicos como por no repetir lo sucedido con el argentino Franco Zuculini en verano. Así, la batalla entre ambos lados puede acabar en una situación de guerra fría hasta junio, con el centrocampista dentro del vestuario y sin opciones de jugar.

De momento, lo más inminente es que el Pelado retorne a los entrenamientos, en principio mañana martes. Es obligatorio que lo haga tras cumplir la suspensión de empleo que le impuso el club el 14 de enero tras abrirle un expediente por declaraciones "injuriosas o maliciosas" contra dirigentes de la entidad en Twitter, Pitarch y Moisés, pero sin mencionarlos. La fricción entre Movi y el director general sigue en todo lo alto y no parece que Movilla vaya a retroceder un ápice. Que denunciara su caso a Inspección de Trabajo es el más claro ejemplo de que el futbolista va a llegar hasta donde crea necesario, por mucho que esa denuncia sea más un brindis al sol, por su en teoría escaso recorrido, que otra cosa.

Con Movilla reintegrado a los entrenamientos la siguiente fecha clave es el viernes, cuando acaba el mercado de fichajes, por si se marcha a otro equipo español, cosa muy poco probable. El centrocampista fue ofrecido por el propio Zaragoza al Sporting, que ni estudió la posibilidad, y el posible interés de otros como el Córdoba nunca tuvo demasiado sustento real.

Para pactar una salida no hay fecha límite, aunque queda dicho que no hay avances por ahí. El triunfo para el jugador sería quedarse hasta el 30 de junio, vencedor de esa batalla con el club, que le habría enseñado la puerta de salida sin éxito, más aún después de la dura guerra entre el Pelado y Pitarch de las últimas semanas.

CON HERRERA Y EL GRUPO Después de ser espectador de muchos de los entrenamientos del equipo durante su expediente, el jugador volverá a ejercitarse con sus compañeros y a las órdenes de Paco Herrera. La situación en este sentido se normalizará, pero lo sucedido en los últimos tiempos también puede afectar a la unidad del grupo, aunque el club no teme por ese aspecto, ya que ve ahora un vestuario muy cohesionado. Movilla, por ejemplo, no ocultó su decepción con el entrenador cuando éste le anunció que no iba a contar con él, Paredes y José Mari tras sus demandas por impago. En este sentido, si se queda, las posibilidades de jugar son nulas.