En el fútbol los grandes equipos, se construyen a partir del dominio de las dos áreas, de la propia y de la del enemigo. Dicho más en síntesis, de contar con un portero que guarde bien el arco y un ariete que convierta las ocasiones en goles. Hasta el momento, el Zaragoza no había dominado el área rival con sus delanteros y Cristian Álvarez no había sido suficiente para anular los graves errores defensivos del conjunto zaragocista. Esta vez, ante el Oviedo, el guardameta pudo cerrar su arco con varias paradas de mérito y un penalti detenido a Alanis y Álvaro Vázquez convirtió en la segunda parte dos dianas para dejar claro que su punto fuerte está en la definición, aspecto en el que flojea Marc Gual, que ayer tuvo ración de banquillo.

El Zaragoza, mucho mejor en la segunda mitad, se sostuvo en el partido gracias a Cristian Álvarez, que esta vez sí contó con una defensa más sólida en su eje central, con Verdasca y Guitián a buen nivel teniendo en cuenta que el poder del rival estaba en su fortaleza a balón parado. En el primer acto, Cristian ya sacó un buen balón a Bárcenas y sobre todo un cabezazo a bocajarro de Mossa. Sin embargo, la acción definitiva fue el penalti que detiene a Alanis a falta de media hora.

La pena máxima, clara de Eguaras sobre Bárcenas, era un pasaporte para la victoria del Oviedo, que contaba con la seguridad en sus ideas que le daba su buena racha, ya que llevaba hasta ayer tres victorias seguidas, y el buen entramado defensivo que había montado Anquela para llevarse el botín del Municipal. Alanis tomó el balón, pero Cristian adivinó su intención y hasta le dio para despejar después el balón con el pie tras hacerlo en primera instancia de puños. La Romareda, y no es la primera vez, coreó su nombre. Más que merecido.

No es nueva la capacidad de Cristian en estas lides. El curso pasado detuvo los dos que le lanzaron (Sporting y Córdoba) y en la actual temporada también había detenido el del osasunista Brandon, pero no pudo evitar los goles del Alcorcón y el Deportivo.

La actuación de Cristian supuso dejar la portería a cero por cuarta vez en este curso. Y ese es un pasaporte para ganar, aunque para hacerlo sea necesario el valor del artillero, de una delantera que de momento no estaba teniendo el Zaragoza en su mejor versión. Marc Gual, con solo dos dianas, desaprovechó muchas ocasiones y Álvaro, que empezó el curso enchufado, dejó pasó a lesiones y a un claro bajón de rendimiento para quedarse en cuatro dianas antes de que llegara la oportunidad que Víctor le brindó de inicio ante el Oviedo.

Con Linares en la grada esperando su fichaje, Toquero eternamente lesionado y Jeison camino de Colombia, Álvaro se reivindicó en la segunda parte, en el cuarto de hora final en concreto, después de un partido en el que fue de menos a más. Falló un mano a mano ante Champagne antes del descanso, pero no lo hizo cuando el relojo se aproximaba al minuto 75. Para entonces, con la entrada de Soro, el ariete badalonés se había situado en el centro del ataque y no escorado a la izquierda. Y ahí fue decisivo.

Un control orientado de pecho de Soro y el mal despeje de Diegui ante la entrada del canterano hicieron que el balón le llegara claro al Lobo, que definió con maestría ante Champagne. Pudo hacer el segundo solo cinco minutos después, pero pecó de exceso de confianza tras el centro de Aguirre y Champagne le sacó el balón. Y dejó la obra maestra para el final, un remate de espuela a saque de esquina de Zapater que entra por derecho propio entre los mejores goles de la temporada en España. Su sexta diana de zaragocista fue arte puro, con un remate soberbio que soprendió al portero y a toda La Romareda, que aplaudió a rabiar el gol con la sensación de que por fin tiene el depredador que tanto ha faltado en este curso.