En algunas de las tierras por las que hoy se extiende Colombia creyeron los conquistadores españoles que se levantaba un pueblo con fecundas minas de oro. A mitad del siglo pasado, Colombia fue también El Dorado para un buen puñado de insignes futbolistas suramericanos, especialmente argentinos, que huyeron a jugar fuera de su país como medida de protesta y de presión para conseguir mejores condiciones económicas para el gremio de la tarta que repartía aquel negocio todavía embrionario.

Aunque ya lleva ocho temporadas en España, desde que pisó la Ciudad Deportiva del Real Madrid en el 2013 y luego saltó al Betis, Córdoba, Almería o Las Palmas, del país del café y la palma de cera también procede Juanjo Narváez, el pequeño Dorado de este Real Zaragoza 2020-2021 al que le desbordan los grandes problemas. Con 29 jornadas disputadas, el delantero es uno de los escasos miembros de la plantilla que ha elevado su rendimiento hasta el punto en el que se situó su expectativa el pasado verano.

Con ocho tantos, Narváez lleva la bandera de la dignidad de una temporada tan indigna en la esfera colectiva. Volvió a marcar en jugada en Vallecas contra el Rayo con un zapatazo extraordinario después de un tiempo de abstinencia en esa suerte, gol que sin embargo no sirvió para que el equipo puntuara. Con sus tantos, o con alguna de sus asistencias, el colombiano ha contribuido a que el Zaragoza sumara 16 de los 30 puntos que acumula hasta hoy, más de la mitad. Su importancia y ascendencia sobre el grupo es absoluta, por comparecencia suya y por incomparecencia de varios de sus compañeros de puesto.