La bomba estalló en vísperas del encuentro que enfrentaba al Real Zaragoza con el FC Barcelona B en tierras catalanas. La última jornada de Liga debía dilucidar el puesto desde el que el equipo aragonés afrontaría la promoción de ascenso a Primera División tras una segunda vuelta imponente. Horas antes del duelo, se conocía que el entonces técnico zaragocista, Natxo González, se había comprometido con el Deportivo para la siguiente temporada. El escepticismo inicial del zaragocismo dio paso a un estado de shock y posteriormente a la indignación general. Natxo, defendido a ultranza por el director deportivo Lalo Arantegui, disparaba un torpedo en plena línea de flotación justo cuando más necesaria era la estabilidad. Poco antes, el propio entrenador había acusado al entorno de no remar todos en la misma dirección. No aclaró más. El dardo, sin embargo, no tardaría en volverse hacia su persona.

Natxo se fue sin esperar a que lo echaran. Trasladó a su entorno que firmó por el Deportivo porque el Zaragoza nunca le comunicó sus planes de futuro respecto a él. Lalo negó la mayor en una comparecencia en la que volvió a pregonar a los cuatro vientos que el preparador vitoriano era su apuesta también en caso de ascenso: «Es el que nos ha de llevar a Primera. Sería una locura prescindir ahora de sus servicios», dijo. Natxo no esperó a comprobarlo y, en un alarde de deslealtad, se comprometió con un equipo recién descendido, sumiendo al zaragocismo en un profundo estado de confusión. Justo en el peor momento.

Hasta entonces, Natxo había hecho historia en el Zaragoza. Para bien y para mal. Al principio, con la peor primera vuelta de la historia en Segunda con apenas 24 puntos. La rémora, al cabo, fue decisiva para que el equipo no conquistara las dos posiciones de ascenso directo después de completar la cuarta mejor segunda vuelta de todos los tiempos en la categoría con 47 puntos conquistados y de ser la mejor escuadra de la competición tras el ecuador.

Alcorcón marcó el punto de inflexión. Fue por San Blas, en el mes de febrero. El Zaragoza, tras un empate en un partido horrendo, se quedaba a apenas dos puntos del descenso y un grupo de aficionados zaragocistas presente en tierras madrileñas entonó el ‘Natxo, vete ya’, hartos de demasiados festivales de indefinición y de la falta de valentía mostrada desde el banquillo. Lalo aguantó a su entrenador. Como ya lo había hecho en otra ocasión anterior en Navidades. Y el equipo reaccionó. Lo hizo apoyado en un 4-4-2 en rombo con Eguaras como vértice inferior, Zapater y Guti en los interiores y Pombo acompañando a Borja Iglesias en vanguardia.

El Zaragoza no paró de evolucionar, hasta el punto de convertirse en el principal favorito a lograr el descenso a través del playoff. Pero, ahí, Natxo tampoco estuvo a la altura. Con el factor campo a favor en ambas eliminatorias merced al tercer puesto final en la tabla y con el asequible Numancia (6º) como primer rival, el Zaragoza se conformó con un empate (1-1) en Los Pajaritos y se vio sorprendido en el partido de vuelta disputado en La Romareda (1-2). El Zaragoza gozó de numerosas ocasiones para marcar, pero casi todas en la segunda parte. En la primera, apenas un cabezazo de Zapater al filo del descanso. No fue valiente Natxo, como tampoco lo había sido en Soria, y el tanto de Íñigo Pérez le obligó a ir a remolque y a, esta vez sí, pisar a fondo el acelerador. Empató Mikel González pero el gol postrero de Diamanka acabó con todo. El Zaragoza se quedaba en Segunda y Natxo se iba a Galicia sin pena ni gloria.

Hoy vuelve. Y lo hace sin morriña. «Estoy tranquilo, no he matado a nadie», aseguró ayer en la rueda de prensa celebrada en Abegondo. «Tomas una decisión profesional que creo que es la mejor para mí y ya está, y si hay un sector al que no le ha gustado, lo siento. Yo, mientras he estado allí, me he dedicado a ese club en cuerpo y alma como lo estoy haciendo aquí y en los clubs en que he estado». Y punto.

Aunque, eso sí, le hará «ilusión» ver a «compañeros» con los que compartió equipo «y que son muy buena gente». «Es lo bonito del fútbol, que allí por donde vas pasando dejas amigos», precisó el preparador, quien aseguró que pasó «buenos momentos» en el club aragonés. «Lo que me hace ilusión es volver a ver a gente con la que he convivido muchas horas, muy buena gente. A partir de ahí hay cosas que no puedo controlar».

Del Real Zaragoza, el entrenador indicó que «apenas ha hecho cambios» en la plantilla respecto a la temporada pasada. «Hizo tres o cuatro incorporaciones y mantiene la base de la campaña anterior. Sigue la corriente positiva. Es un equipo muy consolidado que ha ido creando jugadores top para la categoría y que siguen creciendo».