Ni siquiera estuvo un cuarto de hora sobre el terreno de juego, pero a Iván Azón le sobraron 13 de los 14 minutos que tuvo para hacer un milagro. Porque no se puede catalogar de otro modo el triunfo de un Zaragoza que, hasta que el niño sacó a relucir su gracia divina, ni siquiera había sido capaz de tirar a puerta y había salido indemne de un asedio inicial en el que Cristian, otro que hace milagros, evitó una derrota segura deteniendo un penalti a Ibán Salvador. Pero era la noche de otro Iván, Azón de apellido. Acaba de cumplir la mayoría de edad pero su comportamiento es el de un hombre hecho y derecho. Un señor. Un delantero como Dios manda. Un futbolista. Desde ayer, un hacedor de milagros.

Era su primera carrera tras acceder, tarde como siempre, al campo. Es el jugador más utilizado por JIM cuando los partidos agonizan. Difícil hacer algo en tan poco tiempo. No para Azón, al que cada segundo con el león en el pecho sabe a oro molido. Le bastó al canterano con perseguir el balón, protegerlo con el cuerpo y poner una trampa a Pulido para que el central le tocase con la bota. Ais Reig señaló los once metros y, paradójicamente, irrumpió el miedo ante los últimos fracasos del Zaragoza desde esa distancia, Pero Tejero, todo clase, no falló. El Zaragoza marcaba en su primer y único lanzamiento entre los tres palos ante la incredulidad de un Fuenlabrada que ya no tenía nada que hacer. Su oportunidad se había esfumado.

El triunfo se celebró como una Recopa, que diría Zapater. No es para menos habida cuenta de la desastrosa trayectoria del Zaragoza fuera de casa y de las ocasiones perdidas ante Logroñés y Cartagena antes de enfilar un tramo muy exigente del calendario. Ese milagro del niño es pura vida para un equipo que, aunque mejoró conforme avanzaban los minutos, habría vuelto a sucumbir, seguramente, de no ser por su portero.

JIM llamó a la revolución y cambió medio equipo respecto al choque ante el Cartagena. Extraño, pero no tanto como volver a ver al Toro como referencia ofensiva o la titularidad al fin de Adrián. Fuera se quedaban los tres chavales que mantuvieron en pie al Zaragoza cuando todos los demás doblaron la rodilla. Demasiado raro. Y, seguramente, injusto.

La cosa no pintaba bien desde el inicio y el Fuenlabrada se encargó de confirmar los temores. Los primeros veinte minutos del equipo aragonés fueron despreciables. El mediocampo zaragocista, con un Eguaras lamentable, sucumbía ante la superioridad física de los locales, que tenían en Ibán Salvador al gran azote. El juego entre líneas de los de Oltra hacía daño siempre a un Zaragoza que a los siete minutos ya se había echado a temblar cuatro veces, sobre todo cuando Borja perdonaba a placer a metro y medio de Cristian y cuando Espinosa volvía a toparse con un meta que a esas alturas ya estaba harto de todo y de todos.

El vendaval no arreciaba. Borja no llegaba por poco a un pase interior de Salvador justo antes de que Jair, en el enésimo error garrafal de la temporada, derribara con claridad a Sotillos en una jugada ajena al máximo riesgo. El claro penalti, sin embargo, no se transformó en el merecido gol local por culpa de Cristian, que adivinó la intención de Ibán Salvador.

El horrendo espectáculo deparado por el Zaragoza y su entrenador fue dando paso a un duelo más equilibrado en el que el equipo aragonés, desesperadamente lento y abonado al juego directo, solo llegaba a balón parado. Y poco. Un cabezazo desviado del Toro era el único acercamiento.

Pero la tranquilidad duró poco. Cristian tuvo que volver a emplearse a fondo a un tiro lejano de Ibán Salvador y Borja malograba otra clara ocasión tras un error de Peybernes. Jair, también a balón parado, replicaba después sin fortuna. JIM tenía que mover ficha y lo hizo al descanso dejando en la caseta a Eguaras y rescatando a Francho. La elección equilibró al Zaragoza y las fuerzas.

Un cabezazo impreciso de Juanma dio paso a un pulso marcado por el miedo al error. El Zaragoza, más cómodo, dejaba de sufrir y el pretendido punto estaba cerca. Pero, en el 82, JIM recurrió a Alegría y Azón para relevar al Toro y Adrián. Tres minutos después, el Zaragoza ya ganaba. El niño había sacado oro de la nada. El grito de Tejero era música celestial y la sonrisa de Cristian gloria bendita. Y las aguas se abrieron.

Fuenlabrada: Belman; Sotillos, Pulido, Juanma, Glauder; Cristóbal (Diéguez, min.87), Jano (Mula, min.64), Ciss; Espinosa (Aldair, min.75), Iban Salvador (Pol Valentín, min.75) y Garcés (Kanté, min.75).

Zaragoza: Cristian Álvarez; Tejero, Peybernes, Amador, Nieto; Bermejo (Sanabria, min.71), Eguaras (Serrano, min.46), Zapater, Adrián (Iván, min.82); Narváez (Francés, min.91) y Gabriel Fernández (Álex Alegría, min.82).

Gol: 0-1, min.85: Tejero.

Árbitro: Ais Reig (Comité valenciano). Amonestó a Amador (min.19), Juanma (min.45) y Jano (min.49).

Incidencias: encuentro correspondiente a la jornada 33 de LaLiga SmartBank disputado en el estadio Fernando Torres a puerta cerrada.