Empieza a verse ya en la lejanía, que añorar el pasado es correr tras el viento, el abrupto final de la última campaña, la futbolística con la eliminación contra el Elche, y la milimétricamente diseñada por el club con todo tipo de actores de la comunidad a partir de un hecho cierto e irrebatible: la incuestionable injusticia generada por la ausencia de Luis Suárez en el playoff. Con todas las armas a su alcance, de todo orden, mediático, social y político, y un argumento irrefutable como palanca de actuación, el Real Zaragoza se lanzó en tromba sobre el circo público cuando tuvo constancia en firme de que el delantero colombiano iba a regresar al Watford y su concurso estaba descartado.

Los objetivos fueron varios y precisos: el ascenso como tercer clasificado, denunciar la parcialidad y el atropello, poner en el primer plano la falta de integridad de la competición por la demora en la disputa de la promoción y sus consecuencias para el Real Zaragoza, generar el mayor ruido posible y construir un relato. Todos los objetivos se cumplieron menos el principal. Realmente la fe de la Sociedad Anónima en que la estrategia diera frutos contantes y sonantes en el corto plazo era prácticamente inexistente.

Mucho antes de este episodio, en ese tiempo intermedio en el que el equipo perdió el tren del ascenso directo en once jornadas nefastas disputadas en igualdad de condiciones, cuando en el pasado se empezaba a gestar el futuro, el foco de alguno de los actores principales de esta película con triste final estaba ya desviado, parcialmente alejado del césped. Nunca pareció bien nada de lo que se estaba tramando para después del confinamiento, el nuevo fútbol, las nuevas reglas, el nuevo orden y ese imperturbable objetivo de Javier Tebas de la vuelta de la competición a toda costa. Las mentes se dispersaron. Ahí, en ese tramo de junio a julio, se esfumó el sueño. Volaron cinco puntos de renta sobre el tercero y se volatilizó el primer match-ball por el ascenso con un bagaje de resultados muy pobre: 10 puntos de 33 posibles y cinco derrotas claves en La Romareda más desnaturalizada de la historia. El equipo se desnortó. Todo lo que sucedió después, producto de la bochornosa actuación de LaLiga, perjudicó directamente al Zaragoza y la gestión de la patronal a raíz del Deportivo-Fuenlabrada quedará en la memoria como una vergüenza que admite cualquier calificativo.

Terminada esa campaña, o las dos, el club afronta una nueva, la octava consecutiva en Segunda, de donde tendrá que escapar en los terrenos de juego tradicionales. Al frente de la plantilla estará Rubén Baraja, excentrocampista de peso en el fútbol español y entrenador de suerte diversa hasta el momento pero con una estupenda segunda vuelta en el Tenerife como recuerdo más cercano. Este sábado se puso al frente del equipo en la dirección de campo por primera vez. Por delante tiene tres semanas para afinar la puesta a punto antes del debut en la Liga en la tercera jornada. A su favor jugará que llega con la mente limpia y no contaminada por todo lo que sucedió entre julio y agosto. Empieza de cero, sin rencores ni resentimientos. Al club eso también le vendrá bien.

Todo el mundo necesita resetearse y volver a dirigir la energía en la dirección adecuada. Hacia el juego y el fútbol. Hacia su lugar natural, donde la coyuntura exige concentrar todos los esfuerzos. Por el momento, el Real Zaragoza ha concretado seis fichajes (Jair, Chavarría, Vuckic, Bermejo, Zanimacchia y Narváez), algún tiro aparentemente muy seguro, varios futbolistas que desprenden buen aroma veraniego y apuestas puras y duras con el sello de Lalo Arantegui. Quedan tres jugadores todavía por llegar y unas cuantas salidas por cerrar. LaLiga 2020-2021 asoma en el horizonte. Arrancará también a contrapié tras unas vacaciones mínimas y con turnos de comparecencia, la penúltima consecuencia de lo sucedido en agosto. Sería bueno que antes de comenzarla, el Real Zaragoza reclamara públicamente a la patronal conocer cuál es el marco jurídico y normativo de la competición en un supuesto de máximos como el que, por desgracia, sucedió en marzo cuando el destino se torció definitivamente.