La rueda de prensa amaneció en el cartel de anuncios de los nuevos propietarios. Ayer estudiaron posponer esa primera toma de contacto con el público, pero hoy han decidido saltar al ruedo. Ese cambio de opinión indicaba, al menos en teoría, que los flecos o diferencias de negociación con el fondo inversor habían concluido y que disponían del capital necesario como para sobrevivir más allá de una angustiosa y obligada primera entrega. Al menos se esperaba alguna noticia nueva, que afectara a la parcela deportiva o a los nombres de las personas que se harán responsables de ella. La comparecencia resultó un fiasco, hueca incluso de dinero.

Se limito a un paseíllo valleinclanesco, sin entrar a valorar el esfuerzo o el interés más o menos sincero que cada uno de ellos está aportando para hacer de puente hacia una salida imposible sin intervención externa y mucho más musculada. "Venimos para quedarnos, para estar en el Consejo y en el accionariado". Sin embargo, ese grupo con el que están convencidos de que alcanzarán el acuerdo, se quedará con la mayor parte de las acciones. "Agapito se reservó un 1%", confirmaron.

En poco más de media hora, los compradores del 90% de las acciones de Agapito Iglesias, solo han aportado sus rostros a las cámaras y una batería de buenas intenciones. La imagen colectiva, las sensaciones de su auténtico potencial innovador e inversor, ha sido las de un peso mosca frente a una mole con pesadas herraduras de deudas y sombras en sus guantes. Luis Gamón ejerció de portavoz, lo que liberó a Mariano Casasnovas de un papel imposible para sus registros de extra que tanto daño ha hecho a la puesta en escena del proyecto en su génesis, pero desde el comunicado de presentación hasta la rueda de preguntas, el empresario sostuvo sin disimulo que es "vital" que se produzca el acuerdo definitivo con el fondo.

Gamón ha pedido apoyos generales. Y ha hablado de que la transparencia, la palabra de moda e incumplida por decreto en la era Agapito, será la clave de la gestión. Hoy no se ha encendod una sola luz, justificado ese apagón por cuestiones de "confidencialidad" y de una evidente improvisación. No quieren saber nada del pasado, del antiguo propietario, aunque en el pulso de la compraventa han admitido condiciones del constructor soriano. En primer lugar despedir a Jesús García Pitarch y a su equipo de trabajo (Moisés, Soler y Bruixola), algo que conecta con el deseo e incluso la simpatía de la afición. No obstante, el grupo de empresarios aragoneses también han consentido que figuras clave o de fuerte acompañaniento en la destrucción de la entidad, caso de Checa y Cuartero, permanezcan en la estructura administrativa. "Tenenemos unos magníficos informes de estas personas, por eso no hemos contemplado prescindir de ellas". Puede darse el caso de que el fondo elija sus hombres de confianza.

Interrogados por las sospechas de continuismo o de la aparición estelar en cualquier momento de Luis Oliver como gran estrella invitada en este tipo de movimientos de propiedades al límite, han asegurado que, como propietarios, son dueños de su destino y que Oliver no estará jamás en el proyecto. De entrenador, jugadores, proyecto deportivo y otros asuntos de cierta urgencia para el seguidor, tampoco han puesto nada sobre la mesa. Necesitan un director deportivo... Nada de nada. Irán a Alcorcón, eso sí. Y hablarán con los jugadores que disponen aún de contrato. "Queremos enviar un mensaje de tranquilidad. Nos preocupa la afición en función de situar al club donde se merece". Sentados frente a Gamón, Javier Lasheras, los hermanos Ignacio y Ángel Zorita, Mariano Casasnovas y Miguel Ángel Castillo --se ausentaron James Edward Brumwell y Juan Forcén--, siguieron la exposición muy tranquilos. Con un miura enfrente, el Real Zaragoza de Agapito, y con una espada de madera a la que confían que el fondo indeciso le de un consistente baño de acero para entrar a matar o para morir bajo el hierro en caso contrario. Suerte, maestros.