Fue una demostración, la enésima, de zaragocismo en toda regla. 15.000 aficionados en un 25 de agosto para recibir a los héroes de la primera Supercopa, al equipo que rompió todos los pronósticos en Mestalla, que se ha especializado en derribar murallas partiendo desde la humildad y el entusiasmo. Lo hizo con los Galácticos en Montjuïc y lo repitió con la maquinaria valencianista el pasado martes. Por eso, los dos títulos, Copa y Supercopa, viajaron juntos en el autobús zaragocista para que también el título copero tuviera la celebración que merecía y que quedó postergada por los atentados del 11-M. Celebrar dos títulos en poco más de cinco meses no está al alcance de muchos y, por ello, la afición, orgullosa de este equipo que le hace soñar y sufrir, se volcó con los suyos, consciente de que se está escribiendo una página brillante en la leyenda de este Zaragoza.

Porque sólo desde ese pensamiento se entiende que la plaza presentara tan impresionante aspecto un 25 de agosto pocos minutos antes de que el reloj alcanzara las 19:30 horas. Los héroes llegaron puntuales a la cita después de haber recorrido las principales calles de Zaragoza en un autobús descapotable. Fue Alvaro el encargado de bajar el nuevo trofeo del autobús, mientras que Cuartero no se separó de la Copa del Rey en los primeros momentos. Uno a uno, ante la ovación de los presentes, desfilaron los jugadores, acompañados por el cuerpo técnico y un Consejo de Administración en el que sólo faltó José Carlos Lacasa.

Tras ser recibidos por el alcalde, Juan Alberto Belloch, el concejal de Deportes, Luis Pastor, y el canónigo de la Basílica del Pilar, Luis Cuartero, acudieron a visitar a la Patrona, aunque se hizo difícil llegar hasta ella porque en el templo casi no cabía un alfiler. Allí, el capitán, Luis Carlos Cuartero, como hizo hace sólo seis días en la visita previa al arranque del curso, tomó la palabra para dar las gracias a la Virgen. "Venimos a ofrecerte este primer triunfo de la temporada que es un premio a a las ilusiones que Zaragoza ha puesto en nosotros", le dijo el capitán, visiblemente emocionado.

HABITUALES Después, el canónigo de la Basílica habló de esfuerzo y entrega y hasta recordó la imagen de Javi Moreno ensangrentado después de marcar el tercer gol en Mestalla, lo que provocó un espontáneo aplauso, previo a la salida de la Basílica con destino al ayuntamiento. "Nos estamos haciendo muy habituales por aquí", bromeaba Villa, antes de entrar. Allí les aguardaba la corporación municipal casi en pleno y, el mejor momento de la tarde, una salida al balcón que se constituyó en el mejor homenaje a los héroes, por cuyas manos seguían pasando los dos títulos para que todos los jugadores tuvieran la oportunidad de saborearlos.

Fue Aranzabal el que primero abrió fuego en el balcón y uno a uno salieron todos los jugadores, con ovaciones muy especiales para Movilla, Villa, Cani, Milito o Zapater, con un traje de ídolo que el acepta con total humildad. Después, el cuerpo técnico y, para que no faltara nada, el grito de "Campeones, Campeones". Por supuesto que lo son y ellos, desde el balcón, no podían evitar mostrar una felicidad que corría a borbotones por ese escenario.

De nuevo habló el capitán, ya que él fue el último en salir al balcón con la Supercopa. La gente quería escuchar a Víctor Muñoz y éste dirigió los aplausos a los jugadores, "porque son los que lo merecen". Pero la afición no duda de los méritos del técnico, que se ha ganado a golpe de trabajo, y de éxitos, el corazón de una grada que lo idolatra. Ayer lo pudo comprobar.

Cani, Movilla, Láinez o Zapater también tomaron el micrófono para mantener la fiesta de los aficionados, que no querían irse. De hecho, después de la recepción en el consistorio aún aguardaban miles de seguidores a la puerta esperando la salida de sus héroes, que se dieron entonces el enésimo baño de multitudes. Merecido, tanto como esta primera Supercopa que hace soñar con un curso repleto de alegrías.