Acababa de salir de la Ciudad Deportiva Ramón Lozano, donde ahora es director de la Cantera, y en el segundo entrenamiento con el Fuentes en la pretemporada de la 01-02 todavía no conocía bien a todos sus futbolistas. «Era un partidillo, un centro lateral, veo que salta un jugador, que se queda suspendido en el aire y activa la cabeza y marca. ¿Quién es? Miguel Linares, juega de extremo izquierdo, me dicen. Pues ya no juega de extremo, ya es delantero centro», rememora, antes de recordar que le tuvo que preguntar ya avanzada la temporada si era zurdo o diestro por lo bien que manejaba ambas piernas.

Linares es diestro y todo un orgullo para Fuentes. En aquella primera temporada en Tercera y con una lesión larga ya marcó nueve dianas y en la segunda, en la 02-03, hizo 15 para fichar por el Utebo: «Tenía a toda la Tercera detrás de él y le convenció David Navarro solo por la parte deportiva, ganaron la Liga y fue el máximo goleador. De ahí a la Ciudad Deportiva, al filial», añade Lozano, que antes de recalar en el Fuentes dirigía al Cadete del Zaragoza y «nos pegamos buscando un delantero para el Juvenil A todo el año y resulta que estaba a solo 25 kilómetros».

Reconocía el propio Linares en su presentación el sueño cumplido de jugar en el Zaragoza, para él y para su pueblo. Empezó en el equipo en 1998, primero en juveniles. «Mi hijo Saúl y él eran y son íntimos y jugaban juntos.Yo los llevaba con mi coche», relata Jorge Peiró, presidente entonces del Fuentes. «Fichamos a Ramón como entrenador, él trajo a algunos juveniles de la Ciudad Deportiva y teníamos un muy buen equipo. Él allí destacaba y recuerdo que Ramón me dijo que era el único que podía vivir del fútbol», añade el expresidente del club.

Aquel Fuentes de Tercera con Linares como artillero acabó noveno en los dos años con Lozano como entrenador: «Era un club muy modesto pero con una base grande de jugadores del pueblo. Los Cólera, Artajona, Berdusán, Pascual e Iván Soro, una gran generación. Linares era la parte más joven de aquel grupo. Además, había una directiva que era una gran familia, los Jorge Peiró, José Luis Molinos, Jesús Linares, el delegado Ángel…».

LA DIFERENCIA

Linares destacaba por su nivel, pero sobre todo, «porque los jugadores de Fuentes tenían otras aficiones, les gustaban la diversión y las vacas. Salillas era uno de los mejores recortadores de Aragón y estaba en aquel equipo, el culogoma le llamaban. A Linares solo le gustaba el fútbol», afirma Lozano. Su pasión por el fútbol le llevaba a pedir los turnos de noche para trabajar en la fábrica de aluminios y poder entrenar por la tarde. Y Linares trabajó también de carpintero y recogiendo alfalfa de madrugada… Siempre que le dejara espacio para el fútbol.

«Terminaba antes el entrenamiento, se bajaba corriendo, se cogía el bocata y se iba a currar. De hecho, una de las veces que bajó corriendo pisó una piedra y se rompió un hueso del pie que le tuvo parado casi tres meses. Ese es Miguel Linares», añade el jefe de la cantera zaragocista sobre el delantero, casado con Nazaret, vecina de Pina, y con dos niñas y un niño ya en esa familia donde la devoción por la Virgen del Pilar es absoluta. Miguel, de hecho, peregrinó a la patrona cuando logró el ascenso con el Oviedo.

A puro de goles y de buen fútbol se hizo un nombre en Tercera. «Metía goles a patadas, era habilidoso y con visión de juego. Lo más parecido en aquella Tercera a lo que ahora es Ronaldo. Me pidió más dinero para quedarse, pero no podía dárselo y por eso se marchó al Utebo, igual le hice un favor», asegura Peiró. Aquel curso 03-04 le abrió de par en par las puertas de la Ciudad Deportiva. «Lo quiso fichar Osasuna para su filial y desechó la oferta para irse al Zaragoza», incide Lozano.

Sin embargo, no se hizo un hueco en el filial: «Desarrolló tarde y aún tenía el rendimiento escondido en el cuerpo de niño. Además, había mucho nivel en el B y tenía mucho toque y juego interior y menos por fuera y centros. Eso le perjudicaba», dice el jefe de la cantera. Solana era el entrenador y estaban los Lafita, Chus, Longás, Luso, Capi y con Philippe Toledo y Piti en ataque. En 27 partidos solo hizo dos dianas y le faltó fortuna ante el gol, además de menos competencia arriba. Tras aquel curso 04-05, Linares pasó por el Huesca, el Barbastro, el Alcoyano y debutó en Segunda, en el fútbol profesional, casi con 27 años en el Salamanca (09-10). Luego fue al Elche, al Recre, al Oviedo, con el que regresó a Segunda B y volvió a la categoría de plata, y al Reus.