Viene Oscar como una bala para marcar dos goles y se van los demás como relámpagos sin avisar. Le dejaron solo en la selva, de noche, rodeado de serpientes pitón y con arco de madera para defenderse. El chico, que había tenido un papel secundario en el equipo por cuestiones de una lesión de pretemporada y porque al entrenador le dio por apostar por Javi Moreno cuando goleaba y también cuando dejó de existir en el campo, eligió el peor día para destacar y el mejor para salvar al Real Zaragoza de una derrota que se ganó a pulso en un encuentro lastimoso del conjunto aragonés. En medio de ese desajuste futbolístico entre el protagonista y el resto de sus compañeros, el salmantino dejó tallado un mensaje muy claro en su productiva soledad: la camiseta de titular le pertenece ahora.

Fueron Oscar y diez menos frente a un Osasuna que si no ganó fue porque desperdició un rosario completo de ocasiones y porque la defensa que tiene Javier Aguirre compitió en incompetencia con la zaragocista, en un pulso que recordó a los concursos de feos, aunque éste bien podría haber sido el campeonato del mundo. Hicieron muecas tan horribles en la línea que exige mayor seguridad que empataron, no cabía otro resultado. El Real Zaragoza, pese a todo, se impuso a los navarros en el apartado de monstruosidades. Dirán los optimistas que se sumó un punto en el siempre difícil El Sadar, que se rompió con la racha de tres derrotas consecutivas, que se marcaron por primera vez dos tantos a domicilio... Sin embargo, su fútbol de sílex desacredita cualquier lectura positiva del acontecimiento. Seis partidos sin conocer la victoria y en los últimos olvidando la personalidad en el vestuario, y un agujero en la portería con anchura suficiente para viajar al centro de la tierra son razones para que se mantengan abierta la crisis y la ventanilla de soluciones y propuestas especializadas o populares. Todas valen.

Víctor dio una mano de pintura táctica en la alineación para cambiar la dinámica negativa. Oscar le salió artista listo, pero ni la altura de Soriano ni los chispazos de Cani, cada vez más gaseoso e intrascendente, dieron los frutos esperados. No porque ellos aportaran poca cosa, sino porque fueron pasajeros de un equipo sin destino alguno, descarrilado antes de empezar la travesía. La columna vertebral, de lo que sólo se salvó por los pelos un Luis García que enfermó de nuevo los corazones con sus salidas por arriba y que al final abortó un disparo a bocajarro de Valdo, carece de calcio.

El bloque defensivo en general fue un desastre, como casi siempre. Morales, Webó y Valdo lo ridiculizaron a los tres minutos, previo robo de balón a Movilla. El gol del gigante uruguayo hizo del Real Zaragoza una frágil miniatura, y confirmó que El Pelado está para sentarse durante una buena temporada en el banquillo, hasta que recupere la jerarquía que tuvo la campaña anterior. La principal víctima del experimento fue Zapater, una decisión de Víctor que provocará encendidos debates. A Zapater le faltan muchas cosas por aprender, pero lo que sabe es suficiente aval para entregarle responsabilidades sin mirar su carnet de identidad, observado con lupa a la hora de retirarle del once.

Movi podría dejarle un hueco en el banco a Milito, que se mantiene como central indiscutible porque carece, que se sepa, de un relevo de garantías. El argentino jamás compitió por un balón colgado al área, que fueron legión desde los costados. Alvaro, Toledo y Soriano acudieron al rescate del Mariscal , quien se desmarcó del seguimiento de los juncos que tiene Javier Aguirre en su delantera, sobre todo Morales. Rehuyó el salto como es habitual en los pelotazos cruzados y no dio una a derechas con el balón en los pies. Con el eje roto y Villa en tierra de secano, desarticular al Real Zaragoza fue un asunto sencillo, como el propio juego del conjunto navarro, primitivo pero eficaz.

FORTUNA La fortuna para el equipo aragonés fue que salió más o menos vivo del bombardeo local, con varias ocasiones de cabeza para Morales y una de oro para Webó. Y que la retaguardia navarra canta y desentona con igual énfasis. Oscar resultó el gran beneficiado de un disparo jorobado de Cani, un tiro que debía ir hacia el portal de Osasuna pero que acabó en las botas del goleador de la tarde. Luis García siguió observado, sin salir al balcón, cómo volaban centros amenazadores por delante de su ventana. Llamaba con insistencia la derrota a la puerta del Real Zaragoza en la segunda parte, pero Josetxo, central, se sintió iluminado frente a Oscar e intentó un regate siendo el último. Oscar le adivinó la salida y le rebañó la pelota, conduciéndola con criterio y malicia hasta el fondo de la red de la portería de Elía. Por increíble que pareciera, el primer triunfo a domicilio se puso a tiro. La insistencia de Osasuna y una mano voluntaria de Soriano en el área facilitaron la igualada con un penalti materializado por Puñal, y Luis García fue escudo humano para desviar un lanzamiento muy cercano de Valdo que llevaba tatuado a fuego el 3-2.

El Real Zaragoza, que continúa desorientado, más cerca del sillón del psicoanalista que de la pizarra de su entrenador, salió ileso gracias a Oscar. Sólo a un Oscar solo.