Dos partidos desastrosos, ante el Barcelona B y el Lugo, han devuelto al Zaragoza y a Herrera la colección de sombras que le han acompañado la mayor parte de la temporada. En el equipo se ven con claridad y de nuevo muchos problemas, como las bajas de jugadores decisivos en una plantilla corta, los vaivenes tácticos del técnico o la escasez de gol, pero el principal a lo largo de la temporada es la inconstancia, la irregularidad de un equipo incapaz de despegar de verdad, de tomar algo de vuelo con una racha continua de buenos resultados y de fútbol que le lleve a recuperar el terreno perdido con la cabeza, con las plazas de ascenso directo.

Hasta que llegó el desastre ante el Barça B, el Zaragoza acumuló 20 puntos en 9 jornadas. Logró levantar cabeza desde el pozo tras Jaén, que fue el final del peor momento de Paco Herrera, cinco partidos sin ganar, lo que estuvo a punto de costarle el puesto, con tres triunfos más afortunados que otra cosa, pero valiosos en el casillero, ante Girona, Córdoba y Las Palmas.

Sin embargo, volvieron las dudas con la derrota en Sabadell y las tristes tablas frente al Murcia. Enero, con 10 puntos de 12 tras ganar a Sporting, Alcorcón y Mirandés y empatar con el Hércules, fue un oasis, una reacción que por fin parecía consistente, porque además de buenos resultados traía sensaciones, una propuesta más atractiva, mayor intensidad, y por fin a un equipo con algo de alma. Todo se ha ido al garete con las dos últimas derrotas, que han confirmado que este Zaragoza no es nada fiable.

Esa falta de fiabilidad se ha compensado con la mediocridad de la categoría. Solo así se entiende que un equipo tan irregular habite aún en puesto de promoción y que tenga solo a dos triunfos el liderato. También en el inicio de Liga el Zaragoza hizo amagos de reacción o de despegue, como las victorias seguidas ante Tenerife y Castilla y, poco después, en Mallorca y ante la Ponferradina, frenadas en seco más tarde, lo que revelaba ya la inconsistencia del plan.

Enero aunó sensaciones y resultados, pero el Zaragoza se le ha vuelto a deshilachar a Herrera, que ve que su equipo solo ha anotado un gol en cuatro partidos, que de nuevo muestra la versión lánguida y triste, sin alma, que en Lugo recordó a Sabadell, Eibar, Jaén... Y las bajas de Arzo, que ya volverá en Tenerife, Acevedo y Cortés oscurecen más el panorama. Tiene razón el técnico en que el peor momento del Zaragoza, en noviembre, coincidió con la acumulación de lesionados y que la plantilla, que él consideró suficiente si no había bajas, se quedó sin un ariete en enero, un fichaje necesario, y algo corta, más con la presencia testimonial de Paredes y la ausencia de Movilla. Pero no lo es menos que está infrautilizando recursos como Víctor, Henríquez o incluso Álamo.