Ocho años completos cumplirá el Real Zaragoza en junio del 2021 en Segunda División. En el mejor de los casos, si sube, igualará a la peor época de la historia zaragocista, la misma que el propio club en su web oficial denomina 'Los años negros', al periodo de los años 40 y 50 donde el Zaragoza estuvo vagando sin pisar la élite. En concreto, no lo hizo de forma continuada entre 1943 y 1951, llegando a pasar dos temporadas en Tercera, y recuperando la plaza de Primera a principios de esos años 50, pero después volvería a caer en Segunda en 1953 para subir en 1956. El caso es que esos 8 años fuera de la élite constituían un récord que en esta temporada se iguala, por lo que también valdría esa denominación, o hablar de Los otros años negros, a este periodo que de momento se inició en el 2013 y que no tiene final.

El Zaragoza dio con sus huesos en la categoría de plata con Agapito Iglesias de máximo accionista y Manolo Jiménez de entrenador tras varios años rondando un descenso que se hizo inevitable por la propia inestabilidad del club y la nefasta gestión del empresario soriano, que aún se mantuvo una temporada al frente del la entidad, aumentando la negatividad de su terrible herencia para que la Fundación Zaragoza 2032 desembarcara en el verano del 2014 en un club que por entonces tenía 106 millones de euros de deuda y estaba al borde del abismo.

Así, la nueva propiedad, con algunos vaivenes en el consejo, sobre todo el que se produjo hace más de un año para que César Alierta dominara la mayoría accionarial, entre sus acciones y las que tiene su sobrino, Fernando Sainz de Varanda, vicepresidente y consejero delegado, ha estabilizado la situación económica del club, rebajando la deuda en más de 30 millones y haciendo que la SAD pudiera sobrevivir en Segunda, pero no ha logrado recuperar la categoría anhelada y que el Zaragoza vuelva a su sitio natural.

Tres directores deportivos (Martín González, Narcís Juliá y Lalo Arantegui), once entrenadores (Víctor Muñoz, Popovic, Carreras, Milla, Agné, Láinez, Natxo González, Idiakez, Alcaraz, Víctor Fernández y Baraja, el actual) y decenas de jugadores después, el Zaragoza sigue varado en Segunda por octavo año consecutivo, siete de ellos con sus nuevos gestores, con el presidente, Christian Lapetra, como imagen representativa de la entidad desde el 2014.

El actual Zaragoza, fundado en 1932, logró el ascenso en 1936 y la Guerra Civil le hizo debutar en la élite tres años después. En 1943, con Francisco Caballero y Mariano Lasala de presidentes y Jacinto Quincoces como entrenador, consumó su descenso a Segunda al acabar decimotercero en una Liga de 14. No solo no subió en los cuatro años siguientes sino que con Carlos Salvador de máximo dirigente y Manuel Olivares en el banquillo bajó a Tercera en 1947, donde estuvo dos años, primero en el grupo 3 y luego en el grupo 4, desde el que llegó el retorno a la categoría de plata en 1949. Un curso de transición en Segunda, con la cuarta plaza, fue el preludio del ascenso.

Julián Abril, un presidente ambicioso y que proyectó la ampliación de Torrero, fue clave para que el equipo, bajo la batuta de Luis Urquiri y, en el tramo final, Juanito Ruiz, y con los 23 goles de Rosendo Hernández, volviera a Primera tras ocho años sin pisar esa categoría, los mismos que acumulará seguro en junio del 2021. Otro paso por la división de plata entre 1953 y 1956 y los descensos en 1971, 1977, 2002 y 2008, saldados con ascensos al año siguiente, fueron los antecedentes a la negra época actual. 24 campañas suma en Segunda el Zaragoza con la presente y 58 en Primera, señal clara del sitio natural de este club, el que ahora no hay manera que recupere para mayor desesperación de su fiel afición.

En las últimas siete temporadas, el Zaragoza ha rozado subir, con tres 'playoffs' de ascenso, en la 14-15, en la 17-18 y en la pasada, donde la pandemia frenó a un equipo que iba lanzado hacia el ascenso directo, mientras que sufrió y temió por la Segunda B en la 13-14 y en la 16-17, el peor año de todos los últimos. Ahora, a la octava tentativa busca recuperar su sitio para que en la oscuridad por fin se empiece a ver la luz.