Dieciocho años. Ese es el tiempo que Aranzabal vistió los colores de la Real Sociedad, adonde llegó desde los alevines del Vergara, su pueblo natal, para hacer historia, igual que su padre, el mítico Gaztelu, que vistió esa camiseta a finales de los setenta y principios de los ochenta. A Agustín le contemplan 322 partidos de Liga como txuriurdin y doce temporadas (desde la 92-93 hasta junio pasado), por lo que ni qué decir tiene que la cita de este domingo (17.00 h. La Romareda) para el ahora lateral zaragocista es muy especial. "Por supuesto y si juego me sentiré raro, como también lo está siendo esta semana, después de estar tantos años allí", dice.

Ya ha tenido tiempo de comentarlo con algunos excompañeros, "porque el pasado fin de semana estuve en San Sebastián y ya hablamos de lo raro que se nos iba a hacer vernos como rivales, pero las circunstancias se han dado así". No hace falta, en todo caso, que lo cuente él, ya lo aseguraba ayer mismo Kovacevic. "La vida de un profesional tiene estas cosas, pero ciertamente será extraño verle con otra camiseta", afirmó el ariete donostiarra.

De todas formas, no está claro que Aranzabal tenga ocasión de vestir la elástica zaragocista el domingo como componente del once de inicio. De hecho, con la recuperación de Milito y con Toledo como lateral zurdo, podría quedarse en el banquillo, aunque él no se resigna: "A un profesional le gusta jugar siempre, pero en este caso aún más. Ojalá pueda estar sobre el césped".

SIN REVANCHA En esas ganas, asegura, no se esconde ningún deseo de revancha. Su salida de la Real tras 18 años no fue traumática, aunque sí reconoció en su día que se marchaba porque no se sentía valorado en el club donostiarra. "No le tengo ganas. Allí estuve fenomenal, porque siempre me trataron muy bien. Llegó el momento de tomar una decisión, yo aposté por salir y no me arrepiento en ningún momento, porque estoy muy a gusto aquí".

Con él se marcharon de la Real Sociedad otros históricos como De Pedro o, en menor medida, Xabi Alonso, algo que está notando el equipo que dirige Amorrortu, que ha empezado la Liga de forma dubitativa. "Salimos jugadores que llevábamos años allí y esos cambios se notan, porque cuesta confeccionar un bloque. Además, también ha entrado gente del filial, que necesita su aclimatación", resalta, para después situar el peligro de su exequipo en su pareja atacante (Nihat-Darko), pero sobre todo en su consistencia atrás: "Lo que más ha destacado siempre en la Real es el conjunto, tienen un sistema defensivo muy trabajado".

Aranzabal no oculta su pasión por los colores del equipo de su vida, porque "estoy seguro de que van a ir a más. Tienen una gran plantilla y no tendrán problemas para seguir en Primera. Ojalá empiecen a jugar bien y a ganar partidos. Una vez que pase este domingo, eso sí". Sin embargo, esa última aseveración forma parte del terreno de la profesionalidad. "Cuando el balón rueda cada uno mira por sus intereses y ahora los míos están en que los tres puntos se queden en La Romareda", concluye.