Esta temporada es un sufrimiento. No hay un partido tranquilo para este Real Zaragoza, ni adelantándose 0-2 fuera de casa, ni marcando en el minuto 5 en La Romareda. Hasta las victorias son una agonía a la espera del final del partido. Así fue otra vez contra el Mirandés en un duelo en el que el equipo de JIM se vio superado casi siempre en el centro del campo pero en el que tuvo ocasiones más que de sobra como para haber tenido una tarde tranquila. Ni por esas.

No es que fuera un partidazo del Zaragoza, tampoco el peor, pero pudo haber evitado las taquicardias finales con un poco más de acierto, con un mínimo de tino. Ni con un penalti a favor fue capaz de sentenciar antes de tiempo y en la última acción aún tuvo que ver un balón sobrevolando su área ante la pasividad de todos, Cristian incluido.

Y eso que esta vez el partido no pudo comenzar mejor, con ese gol de Peybernes con el estómago a la salida de un córner en el minuto 5. Primera titularidad del francés y primer gol cuando apenas llevaba un total de media hora de juego con la camiseta del Zaragoza. Para entonces, Alberto Zapater ya había fallado una ocasión delante de Lizoain por una mala definición. El capitán tuvo otra clara dentro del área justo antes del descanso.

Finalmente JIM apostó por un 4-4-2 con Eguaras y Zapater en el centro del campo y al Zaragoza le duraba muy poco el balón, jugando a buscar las contras en caso de recuperación, tampoco con mucha fortuna. El Mirandés tenía mucho más claro como tener, proteger y orientar la pelota. El dominio del juego era suyo, aunque toda esa fuerza se desvanecía en tres cuartos del campo y el conjunto visitante apenas llegaba al área con verdadero peligro.

La segunda parte no cambió las cosas, acaso intensificó el sufrimiento. Porque el Zaragoza falló todavía más. Primero fue Eguaras quien no pudo culminar una salida rápida de balón impulsada por él mismo con la complicidad de Vigaray en el lateral y que no acertó a definir delante de Lizoain. JIM apostó por Francho como relevo de Zapater, sin modificar el dibujo, y con el canterano el Zaragoza vivió un poco más cerca del área rival. No obstante, eso no calmó el padecimiento aragonés, que aún se vio agravado con nuevos fallos, a cual más calamitoso.

El partido, y con él la angustia, podía haber terminado en el minuto 78, cuando el VAR detectó la mano dentro del área de Víctor Gómez, pero Álex Alegría estrelló el penalti en el larguero. No acabó ahí la desdicha zaragocista. En los últimos diez minutos Sanabria y Chavarría pudieron sentenciar igualmente, pero Lizoain se hizo gigante y el Zaragoza tuvo que sufrir hasta el minuto 96.

Esta temporada es así. Contra el Mirandés fueron 85 minutos esperando el final del partido y toda la campaña no está siendo más que aguantar hasta que llegue la última jornada y concluya un año tortuoso fuera del descenso. Al menos la agonía de anoche se transformó en tres puntos que dan un respiro al zaragocismo. Hasta el próximo sábado en Logroño.