Desde la azotea de un hotel en Almendralejo siguió Cyril Roig el Extremadura-Zaragoza. Este aficionado francés, de 31 años, miembro de la peña Presentes por el Escudo desde hace una década se enamoró del equipo cuando vino a la ciudad en el 2009 de Erasmus en su carrera de Filología Hispánica y, desde entonces, ha mantenido esa pasión, que le ha hecho acompañar al Zaragoza en más de 35 desplazamientos en la última década, realizándolos desde diferentes lugares de Europa por motivos laborales.

«Antes de buscar piso cuando vine de Erasmus me hice socio del Zaragoza. Un amigo del instituto tenía una camiseta de Savio y le cogí cariño al equipo», explica este joven nacido en Agen, junto a Burdeos. A su llegada, el flechazo fue demoledor. «Mi equipo en Francia era el Lyon, pero desde entonces es el Zaragoza. Sigo más el fútbol de España que el francés», asegura. Cyril quería no solo ver los partidos en La Romareda sino viajar con el equipo y contactó con el Colectivo y después con la peña Argentina del Zaragoza antes de cruzarse con Presentes, en un partido en el Camp Nou con derrota por 6-1.

Desde entonces, entró en la peña y ha realizado auténticas locuras por su pasión. En abril del 2013 viajó desde Skopje (Macedonia) hasta Riazor para ver un Deportivo-Zaragoza y también lo ha hecho después cuando ha trabajado en Holanda, Rumanía o en otros sitios de Francia. «Cuando estuve en Tarragona o en Logroño era más fácil,claro está, por la cercanía, pero siempre he tratado de ver varios partidos por temporada».

Se propuso ver en directo el Extremadura-Zaragoza y el domingo llamó a un hotel pidiendo habitaciones que dieran al campo. La tarifa era demasiado cara, pero le ofrecieron subir a la azotea por un precio más módico, de 20 euros, y alquiló una habitación en otro hotel. «Fue una experiencia rara, con mascarilla y con mucha gente alrededor. Nada más llegar me encontré con unos chicos que venían a animar a Burgui, que eran de su pueblo (Burguillos del Cerro), puse la pancarta de la peña al lado de la suya, les dejé unas bufandas del Zaragoza y todos a animar», relata Cyril, feliz por el viaje, aunque no fue breve, en coche desde Agen. «Más de 12 horas al volante, pero tanto a la ida como a la vuelta pasé por Zaragoza a ver a mis amigos».

La fiesta del ascenso

«El fútbol sin público yo no lo entiendo, es el mismo juego pero es otra cosa, aunque en Francia ni se ha acabado la Liga», explica con resignación, antes de ilusionarse con este final de temporada. «Si a mí me quitas el Zaragoza me quitas mis amigos y una ciudad que me encanta. Me jodería otro año en Segunda, la verdad. A ver si sube y como ya está la frontera abierta mi siguiente viaje será para celebrar el ascenso», sentencia este aficionado.