—La Superliga danesa anda también parada, pero los equipos sí se entrenan.

—Sí, de momento lo hacemos en grupos de cuatro jugadores, alternando un día en el césped y otro en la montaña. Aquí confinamiento no hay, está haciendo buen tiempo, sales a la calle y ves más o menos vida normal, aunque las tiendas están cerradas.

—¿Qué le dicen desde España, desde Sant Joan, el pueblo de su familia en Mallorca?

—Por lo que me cuentan y lo que veo en las noticias ya se nota que la situación por el coronavirus es tan preocupante como inesperada. A ver si pasa rápido todo esto. Cumpliendo todos los normas estoy seguro de que lo hará.

—En lo futbolístico, ha vivido un año complicado en el Copenhague. Le costó adaptarse…

—Es verdad. Es un fútbol distinto al que estaba acostumbrado, mucho más físico, con otras ideas, y luego estaba el idioma, que no entendía nada. Me costó, pero ahora, antes del parón, me encontraba por fin bien. Me siento más tranquilo porque sé que ya he logrado acoplarme bien y con eso el fútbol sale solo.

—Víctor Fernández se tomó mal su salida en mitad del verano. Lo consideraba una pieza clave. ¿Lo recuerda?

—Sí, sabía cuál era su posición. Tuvimos una charla y me intentó convencer para que me quedara, diciéndome que en el Zaragoza podía hacer grandes cosas. Quedarme era una buena opción, pero el Copenhague era un tren que no podía dejar escapar.

—¿Se llegó a arrepentir de haberse marchado del Zaragoza?

—No, nunca. La decisión que tomé fue correcta. Es que el año pasado al dar el salto al Zaragoza también me pasó que me costó. Sé que poco a poco cojo el fútbol y la forma y que llega mi oportunidad. Para mí el Copenhague era una oportunidad económica difícil de rechazar y también la atracción de jugar en Europa, aunque nos quedamos a las puertas de la Champions, pero llegamos a la Europa League. Jugar ese torneo ha sido otro sueño.

—¿Pensó en marcharse del Copenhague en enero?

—No, en ningún momento. Sabía que el club confiaba en mí y yo empezaba a sentirme cómodo en el campo.

—¿Y este verano?

—El futuro ya se verá, el Copenhague también es un trampolín para mostrar mi fútbol y marcharme a un equipo mayor de una Liga más fuerte. Así que no puedo descartar salir este verano.

—¿Hasta qué punto le ha presionado ser el jugador con el traspaso más caro en la historia del fútbol danés?

—No he pensado ni pienso apenas en ello. Además, tampoco noto la presión por leer y ver las noticias de aquí porque están en danés y no entiendo nada. Así es más fácil desconectar. Yo no he notado más presión, no desde luego en la afición, que es muy amable siempre. Aquí los campos siempre tienen muchos aficionados, en el del Copenhague de normal suele haber unos 20.000 de los 35.000 del aforo, aunque en la Europa League casi se llena. En la calle, sí que notas que te reconocen pero son amables y mucho más tímidos que en España.

—En esa competición europea se quedó la eliminatoria de su equipo ante el Istanbul Basaksehir, pendiente de la vuelta, pero la ronda anterior usted vivió en Glasgow una noche de gloria, con gol decisivo incluido.

—La verdad es que fue mi mejor noche en el Copenhague. Uno de esos días que hacen que valga la pena tomar la decisión que tomé. Ahora, espero que haya muchos más.

—Lo que no tienen fácil es lograr reeditar el título de Liga.

—El Midtjylland nos saca muchos puntos (12) y quedan dos jornadas y el playoff. Aquí están hablando de intentar volver a jugar en mayo, aunque hay varias opciones. Está bastante complicado que podamos ser campeones, pero hay que luchar por si acaso ellos fallan.

—Al Zaragoza le interesa mucho que lo sean, medio millón de euros en concreto si el Copenhague como campeón accede a la Champions tras la previa.

—Lo sé. A ellos les interesa esa parte económica y a mí y al Copenhague aún más por lo que representa poder competir en la Champions. Jugarla sería mucho más que un sueño cumplido, sería algo muy especial.

—¿Cómo ha visto al Zaragoza desde la distancia?

—Muy bien, están donde se merecen por el juego que han hecho. Ya en verano se notaba el grupo y el ambiente que había. Sentía ya entonces que se podían hacer grandes cosas y lo han demostrado. Con los jugadores que tiene es normal que estén arriba.

—Usted entrenó con ellos unas tres semanas antes de irse. ¿Quién le ha sorprendido más por su rendimiento posterior?

—Luis Suárez. Ya vi que era un jugador de área, un goleador. Lo ha demostrado en los números, aunque me ha sorprendido un poco que haya hecho tantos goles. Me alegro mucho por él, obviamente es el que está destacando, pero hay jugadores del mediocampo que están teniendo un gran rendimiento como Guti y Eguaras, que son básicos. La verdad es que todos andaban con la flecha hacia arriba cuando llegó el parón.

—Jugó un año en el Aragón y otro en el Zaragoza. ¿Qué supone el club aragonés para usted en su carrera deportiva?

--Mucho, solo hay que recordar que me dio la oportunidad y siempre lo consideraré como mi casa. En todo momento me trataron bien y ahí en Zaragoza conocí a mi novia. Toda la vida le tendré ese cariño y ese agradecimiento.

—Acariciaba el equipo de Víctor Fernández el ascenso al ser segundo cuando llegó el parón por la crisis sanitaria. ¿Qué cree que decidirán LaLiga y la Federación Española si no se puede acabar la competición?

—Lo más justo es intentar acabar como sea, eso es indudable, pero con la situación que hay por la pandemia se ve bastante difícil y todavía como algo lejano en el tiempo, porque se está contagiando mucha gente y es peligroso jugar en esas condiciones. Si se acaba suspendiendo, cada club peleará por su condición y el Real Zaragoza ha estado todo el año situado arriba y creo que 31 jornadas suponen mucha Liga ya. Estoy seguro de que esta era la temporada para subir a Primera División y hay que luchar como sea para ese ascenso. El Zaragoza, por club, por afición y por historia, se lo merece.