Quien más quien menos miraba con una mezcla de prudencia y expectación la figura de Pep Biel en sus primeras apariciones, perdido en el fondo del armario en la etapa de Imanol Idiakez, rescatado posteriormente por Lucas Alcaraz y consolidado en el equipo titular en las últimas semanas por Víctor Fernández, después de unas primeras jornadas en las que el técnico aragonés tampoco le dio confianza con minutos. El glamour de su nombre tenía y tiene menos peso que el de muchos de sus compañeros. Su apariencia cohibida engaña. Al final su rendimiento va a estar sensiblemente por encima de la gran mayoría de la plantilla en términos absolutos y proporcionales.

Hasta el momento de ese golpe al más puro estilo Messi, su partido no estaba siendo especialmente destacado. Sin embargo, hay momentos que realzan y engrandecen a un jugador y encumbran una actuación. De esa zurda tímida pero talentosa, fina y resolutiva, salió el 0-2, el tanto que dio la tranquilidad al Real Zaragoza en Extremadura, donde completó un encuentro coral notable y sumó una victoria determinante.

Con sus cinco goles, Biel ha contribuido a darle diez puntos al equipo esta temporada. Goles decisivos para la salvación y además preciosos, que borran las sombras de sospecha sobre su figura y subrayan su luz.