Dicen que el delantero tiene o no olfato de gol. Vivir en el área o acercarse a ella con intención de marcar es la esencia del juego, por eso sólo triunfa en ese territorio comanche quien posee un don en la membrana pituitaria, y David Villa, sin duda, sabe distinguir el perfume por excelencia del fútbol, una brisa suave e imperceptible para el resto que susurra cuáles son el lugar y la hora exactos. En realidad se trata de un instinto animal, porque, no lo olvidemos, los grandes arietes descienden de los depredadores.

En la noche del domingo, el asturiano confirmó que es la estrella de este equipo, la única, algo que se intuía y que alcanza categoría de máxima cuando el artillero ocupa un lugar de privilegio en la lista de los mejores artilleros de la Liga. El chico, con nueve goles, es el sexto realizador del campeonato en su primera experiencia en la élite, y el cuarto español tras Mista, Salva y Torres. Su presencia entre la nobleza de los 9 no es casual, sino fruto de la variedad de recursos que maneja para destacar en un equipo que lucha por la salvación. Además, a sus 22 años, administra otro tipo de valores imprescindibles para vivir en el firmamento, como la paciencia en época de sequía y de soledades tácticas, la huída constante a la seducción de los elogios, madurez y un espíritu ganador que contagia y da sus réditos (por ejemplo, los tres puntos ante la Real Sociedad).

EL GRAN ACIERTO Alvaro y Milito son dos buenos centrales, Savio tiene sus ramalazos de magia crepuscular pero hermosa y Ponzio... bueno, mejor correr un tupido velo aquí sobre el argentino. De los cinco fichajes del actual curso, Villa ha sido el gran acierto. Demasiado joven, demasiado impetuoso y un currículum en blanco en Primera División. Hay momentos en los partidos en que afloran en su juego esos defectos , pero los dribla con un ingente ánimo de superación y con goles, porque sin ellos no sería nadie. Un defensa sale airoso con un despeje, un centrocampista, con un buen pase, pero para el goleador, como para el portero, la exigencia es total. Si falla es un petardo; si marca, un héroe. En la vida de los delanteros sólo hay situaciones extremas, nada de primaveras en flor. O invierno cerrado o verano festivo.

Villa está en continuo estado de alerta y jamás dosifica el esfuerzo. Frente a la Real corrió con igual entusiasmo en dirección a Westerveld que para cerrarle el paso a López Rekarte en un curioso pulso que hizo estallar en aplausos a La Romareda. El lateral donostiarra bajó el balón, pensó y cuando se disponía a centrar, el asturiano apareció como una bala junto a él. El lateral comenzó una serie de recortes a los que el delantero respondió tapándole todas las salidas. Al final evitó el pase y la pelota acabó en fuera de banda, en un lugar sin importancia, después de pegarle en el cuerpo. Esa actitud le define.

Aún le falta camino para ingresar en el catálogo de los cracks . Quizá nunca lo logre, aunque por empeño no será. Murcia, Villarreal, Valencia, Athletic, Sevilla, Osasuna y Real Sociedad han sido sus víctimas en la competición doméstica. Cuando ha marcado, el Real Zaragoza sólo ha perdido en dos ocasiones y a él le debe once puntos. No falla de penalti (4), se orienta hacia la portería pese a que a sus espaldas le pongan un hormigonera en forma de central, inventa, cabecea con cierto desparpajo y valentía, siempre da la cara y ofrece asistencias como la que le dio a Savio contra el Valladolid o la que puso en el aire para que Galletti anotará de chilena en Montjuïc.

También olfatea con acierto en la Copa, con dianas del valor de las que logró en Salamanca, en Sevilla o en el Camp Nou, donde el equipo no ganaba en este torneo desde 1965 gracias a Marcelino. Villa es historia del zaragocismo y acaba de llegar. Habrá que preguntarle a qué huele el gol, si rosas o a pólvora, porque David conoce la fórmula de este perfume por suerte para el Zaragoza.