—Repasando su trayectoria, se aprecia que ha pasado por 13 equipos diferentes desde su debut en el fútbol profesional. ¿A qué se ha debido?

—En Brasil se hacen muchas veces contratos de cuatro meses y en un año puedes jugar en tres equipos. Hay Ligas regionales, como si hubiese aquí en Aragón, Cataluña o Andalucía, que duran cuatro meses. Después de jugarla puedes ir al Brasileirao, que dura seis meses. Así que pasas por un par de equipos como mínimo cada año. Además, como no tengo representante, cuando me salen las cosas tengo que cogerlas.

—¿Por qué no tiene agente?

—Tuve una mala experiencia y preferí hacerlo así. Ha habido algún momento también que me ha perjudicado no tener agente porque te ayuda a hacer una planificación y llevarte a Europa, por ejemplo. Yo, si me salía India o América, allí tenía que ir.

—¿Qué fútbol le ha llamado más la atención?

—El de Inglaterra. La Premier es top, juegan con mucha intensidad, a tope los 90 minutos. La organización, la afición y lo demás también es un show, aunque a mí me gusta más el estilo español.

—¿Por qué tenía tan claro que quería jugar en el Zaragoza?

—Porque desde pequeño sabía que el Zaragoza era un equipo de Primera. Si hay un equipo en esta competición que lleva una camiseta de Primera, ese es el Zaragoza. Conocía el equipo, su historia y quería esa oportunidad de jugar en un equipo grande.

—¿Es como esperaba?

—Sí, sí. Sobre todo el tema de la presión, que es como en Brasil. En Tarragona todo era muy tranquilo. El equipo está peleando por no bajar, pero la ciudad está muy tranquila. Aquí se nota desde el primer día que la gente aprieta. Es un equipo grande y hay exigencias. La gente te lo dice por la calle, y luego vas a Alcorcón o Tarragona y ves a los tuyos en la grada animando.

—¿El club es lo que imaginaba?

—Sí. Las instalaciones son buenas, con Ciudad Deportiva, gimnasio, fisioterapia. Tiene todo lo que un equipo grande necesita.

—¿Cómo se ha encontrado al equipo? ¿Lo ve fuerte?

—Sí. Desde el verano, como sabía que podía venir al Zaragoza, veía todos los partidos. Me gustaba mucho cómo jugaba, aunque perdió muchos puntos en el aprendizaje. Pero en la vida siembras para recoger y el trabajo no ha sido en vano. A veces tardas más tiempo, pero se veía que el equipo estaba en el buen camino.

—¿Les va a dar tiempo a llegar arriba?

—Yo soy una persona de fe, creo mucho, y la forma en la que trabajamos aquí nos acerca al objetivo. Es una categoría muy complicada, pero yo creo.

—De repente, el partido ante el Oviedo parece determinante.

—Claro. En el momento en el que estamos y ante este rival, sabemos que es un día importante. La gente está entusiasmada y los jugadores sabemos que una victoria nos pondría muy fuertes.

—Parece que le ha resultado muy fácil adaptarse a la nueva escena en Zaragoza. ¿Es así?

—La adaptación no es fácil, pero he trabajado mucho para que me llegara una oportunidad como esta. Fue todo muy rápido, en dos días debuté y todo fue bien.

—¿Está satisfecho con su rendimiento en los primeros partidos?

—Hay cosas que mejoraré. Estoy conociendo a los compañeros, los movimientos... Los resultados también ayudan, con dos victorias y dos veces la portería a cero.

—No le habría dado tiempo ni a aprenderse los nombres de todos los compañeros y ya fue titular. ¿Se lo esperaba?

—Estuve en casa estudiando todos los nombres antes de llegar (risas). No sabía que iba a ser todo tan rápido, pero sí que estaba preparado para eso.

—¿Por qué se acuerda del Zaragoza de pequeño?

—He seguido el fútbol toda mi vida y seguía a todos los brasileños que jugaban en España. A Álvaro, a Savio, a Ewerthon... El Zaragoza siempre estaba arriba, peleando con los mejores.

—¿Alvaro Maior es su amigo?

—Sí. Coincidimos en Brasil, en el Linense, en la Liga Paulista. Jugábamos juntos en el centro de la defensa e hicimos muy buen campeonato. Entonces ya me hablaba mucho del Zaragoza.

—Tiene más amigos futbolistas, algunos estrellas como David Luiz, ahora en el Chelsea.

—Para mí es un ejemplo. Empezamos juntos con 10 años. Después de entrenar iba a mi casa y estábamos siempre juntos. Verle ganando Champions o jugando Mundiales es un orgullo. Siempre que podemos nos reunimos. Esta última Navidad estuve en su casa en Londres. Sé que tengo su casa abierta cuando quiero y eso me motiva. También estuve con él en París.

—¿Hablan de fútbol?

—Claro. Ahora sigue al Zaragoza. Me llamó después del partido de Tarragona, que lo había seguido por el móvil. Se interesa y me dice muchas cosas. Cuando fallo, me lo dice también. Me comenta cómo puedo mejorar algunas cosas, me ayuda.

—Dice que es un hombre de fe. ¿Qué importancia tiene la religión en su vida?

—Creo en Dios. He pasado por muchas experiencias y sé que la vida no es solo que nacemos, crecemos y morimos. Hay una vida espiritual. Hace año y medio, yo estaba sin equipo después de jugar en tercera división de América. Me fui a casa de David Luiz y entrené solo durante tres meses, esperando y confiando. Hasta que me salió la prueba del Nástic. En momentos como ese te das cuenta de que hay un Dios que ayuda y escucha nuestras oraciones. Un año después estoy jugando en un equipo como el Zaragoza.

—¿Alguna de esas experiencias de las que habla le marcó?

—Sí. Cuando iba a pasar del filial al fútbol profesional, me llamaron para jugar en un equipo de Tercera en Brasil. Yo estaba en el aeropuerto a punto de comprar el billete para irme cuando me sonó el teléfono. Era el director deportivo de un equipo de Primera. «¿Dónde estás?». «En el aeropuerto, que voy a firmar por tal equipo». «No, no, que te vamos a firmar nosotros». Y así fue. Del aeropuerto me fui a las oficinas y firmé por un equipo de Primera. La diferencia entre empezar en Tercera o en Primera es enorme, claro. Son experiencias, momentos que me han hecho un hombre de fe.

—¿Se necesita fe para subir a Primera División?

—Hombre, claro. La fe es algo que no puedes ver. Tú tienes que creer. Es fácil creer en algo que estás viendo. Es más difícil creer en algo que aún no ha pasado. Yo tengo fe.

—¿En el vestuario también se tiene fe ahora?

—Yo acabo de llegar y veo el vestuario muy bien. Antes no sería diferente, se nota que es uno de esos vestuarios buenos.

—¿Qué le ha llamado la atención del equipo?

—Me gusta que siempre quiere jugar a fútbol. Aunque las cosas no salgan, siguen intentando jugar. Eso es fundamental porque yo he estado en equipos que cuando las cosas no salen, los jugadores se empiezan a esconder. Aquí no. Piden el balón, lo quieren otra vez…

—¿Qué importancia puede tener la afición?

—Puede ser el jugador número 12. El resto de equipos, cuando vienen a La Romareda y ven el ambiente, sienten que tienen un partido muy difícil.

—¿Se imagina marcando un gol como el de Simone Grippo en Tarragona?

—¡Qué golazo! Va a llegar, seguro, tengo fe. No sé si será tan bonito como el de Simone, pero llegará. Yo marco dos o tres goles por temporada normalmente, así que alguno marcaré. A ver el domingo.

—¿Qué la ha parecido la denuncia a Borja Iglesias por mandar callar?

—Cuando era niño, veía a Romario o Edmundo que marcaban goles y hacían gestos o decían cosas y nunca pasó nada. El fútbol era más divertido. Hoy en día está todo demasiado controlado, casi no te dejan ni celebrar un gol. El fútbol debe ser más alegre.