En los interminables días de vaticinios antes de jugarse el superderbi, hay alta coincidencia en la reflexión individual sobre los protagonistas del partido. En apriorismo sería fácil adivinar por dónde pasará el fútbol del Real Zaragoza mañana. Solo hay que echar un vistazo a los datos más recientes y la influencia de cada cual en el juego para entender qué tres futbolistas han sido determinantes en la cimentación y edificación del equipo en el 2018. Fue Eguaras quien empezó a dibujar líneas sobre las que crear una idea más bella. Pareció solo un bosquejo sobre el que trazar el futuro. Cristian, el portero, fue quien empezó a ganar puntos de verdad, contados casi a puñados si se enlazan tardes como Córdoba, Tarragona, Alcorcón, Soria, Pamplona. Antes y después ha sumado Borja, que solo se ha perdido un encuentro de Liga.

Guardameta, mediocentro y delantero conforman la columna vertebral del conjunto que recibe mañana al Huesca. Aunque en el aspecto pasional mandan los aragoneses Zapater, Pombo, Guti, Delmás y Lasure, son aquellos los pilares de la tierra zaragocista sobre el césped, los hombres que han logrado transformar el equipo perdido. Su mutación se ha hecho más evidente en las últimas jornadas, donde ha entrado por los ojos la talentosa alegría del centrocampista navarro aunque los mayores elogios se los hayan llevado el portero y el bombardero.

A Rubi le preguntaron ayer quién le preocupa más del Zaragoza. «El portero», dijo. «Que las para todas», remató. No hay mayor elogio para Cristian, ni mejor resumen del momento del argentino, que en la segunda vuelta se ha convertido en futbolista decisivo. El guardameta, no obstante, mostró ayer su preocupación por que el número de goles en contra ha subido en las últimas jornadas. «Ya nos pasó en la primera vuelta. Hemos recibido ocasiones y goles en los últimos partidos. Hay que estar más atento y con más confianza para pensar que no nos van a marcar, que no nos van a rematar sobre todo».

Además de parar mucho, mide la temperatura de los partidos, juega con el tiempo, sabe enfriar momentos calientes. Son las características propias de su personalidad, de la veteranía necesaria en encuentros pasionales como el de mañana. «Este tipo de partidos, especiales y con mucha gente, se los lleva el que sabe manejar el plano emocional, lo desarrolla mejor en el campo y hace pesar la experiencia», argumenta Cristian, consciente de la influencia que puede tener la atmósfera en el juego. «Motiva muchísimo que pueda haber lleno. Es un día especial para todos los aragoneses, un fin de semana de fútbol que hacía muchísimo que no se veía en la ciudad. Es un partido para disfrutar, para ganar experiencia los más jóvenes y para sacar un aprendizaje positivo, ojalá con una victoria».

También dice el cancerbero argentino que el Zaragoza ha ganado en personalidad y carácter, algo que le debe distanciar de aquel equipo que dejó una lamentable imagen en El Alcoraz en la primera vuelta. «Es un equipo que se ve que está más hecho», esgrime Cristian, que ha jugado 28 partidos y ha encajado 29 goles desde su debut en Córdoba.

Más hecho está Eguaras, por ejemplo, un futbolista que ha perdido la timidez con el paso de las jornadas. Estuvo tan tenue, casi apocado en sus inicios como zaragocista, que Natxo González lo dejó más de una vez en casa. En Huesca, sin ir más lejos, vio el partido desde la grada. Poco después cogió la batuta, empezó a trazar líneas de fútbol y se estableció como titular. 26 veces ha jugado de inicio. Es el cuarto futbolista que más ha jugador por detrás de Zapater, Cristian y, por supuesto, Borja Iglesias, el hombre más utilizado de la temporada.

En el delantero termina la espina dorsal. Es el hombre gol, el gallego de la recuperada sonrisa. Su bajón anímico coincidió con la gran crisis de la campaña, pero supo sobreponerse al peor momento, la tarde que le pitó La Romareda. Lo hizo con goles. Lleva 16 en 31 partidos y ha marcado en seis de las últimas siete victorias. Muchos ven en sus botas el gol del ascenso, con un pase de Eguaras, tras una parada de Cristian...