No se le puede robar un solo mérito al Real Zaragoza en su incontestable victoria en Calahorra, pero conviene ejecutar una cirugía precisa sobre otro partido ante un rival inferior, en este caso inexistente durante toda la tarde. El fútbol del equipo de Víctor Fernández resultó brillante en lo colectivo y lo individual, con detalles de lujo bajo el manto de un gobierno absolutista de las operaciones, incluida la de control del balón, artefacto que los riojanos vieron solo en la recta final del choque. También hay que alabar la intensidad invertida pese a la nula resistencia del contrincante, tentación en la que se suele caer cuando todo son facilidades. De principio a fin, con un ligero declive tras el rosario de cambios, el Real Zaragoza se dedicó a lo suyo sin importarle que el campo fuera una autopista abierta para su goce: puso el motor en marcha y no lo apagó un solo instante. Ni para repostar.

El 0-4 es un resultado simbólico porque la paliza podría haber sido de órdago con un grado más de puntería. Sobre el césped, la goleada fue de escándalo. Excelente triunfo, sin duda, aunque no despeja una duda razonable: ¿tiene algo de realidad fundamentada este Real Zaragoza en el objetivo de convertirse en un bloque poderoso? Lo cierto es que es un paso hacia la construcción, si bien hay que interpretarlo dentro del contexto que merece, el de una pretemporada a la carta, muy flojita. En ese escenario, Pombo deslumbró. El canterano, a quien se le busca comprador, fue por fuera el artista que lleva por dentro y no siempre muestra. Hizo lo que le vino en gana, como un águila descendiendo en picado sobre un rebaño de corderos entregados al sacrificio. Abrió el marcador a lo torero, dio la asistencia a Igbekeme en el segundo y le regaló a Dwamena el tercero. Por el camino puso banderillas e hizo de subalterno. Si se toma este partido como referencia, a la puerta del club habría hoy un atasco de pretendientes para su fichaje.

Paredes, triangulaciones, conducciones elegantes y efectivas como las de Soro; una presión de armonioso escalonamiento. Ocasiones de todos los colores, fabricadas por la ominipresencia y voracidad de Igbekeme, Guti y Ros, impecables, sin entrenerse en el pase y aligerando el vuelo de Nieto por la izquierda. De principio, en el once, de los nuevos solo estaba Atienza, quien lideró una zaga sin exigencia alguna. En este sentido, el más importante para un conjunto que se proponga luchar por el ascenso, estos encuentros no dicen nada porque la seguridad la aporta el vacío de amenazas, en sí un peligro porque impide observar los avances ciertos en materia obligada, la del blindaje. El Calahorra tiró una vez a puerta. Antes había llegado la noticia de que Nolaskoain, deseado central del Athlletic, ha decidio irse al Deportivo. Víctor Fernández sigue teniendo un problema importante. Mucho.

En el parte de una tarde en el campamento de verano de la localidad riojana, otra de las notas positivas fue la explosiva entrada de Dwamena, reservado como Luis Suárez para la bajada de telón del encuentro. Lo del ghanés merece otro prisma. Aquí hay que subrayar las capacidades del ariete al margen del tamaño del adversario. Aunque se lo pusieran muy fácil para firmar dos dianas, en ambas dejó la fama que le procede, una zancada de hectometrista jamaicano y una capacidad de definición inmisericorde. El pase de Pombo lo resolvió por entre las piernas del portero y en el balón lanzado por Luis Suárez, se ganó el espacio, superó al guardameta y eligió como embocar desde lejos aún. No hubo espejismos en ese par de situaciones resueltas con personalidad para dar portazo a un encuentro demasiado sencillo.

Pep Biel, estrella contra el Ebro y futbolista de una enorme progresión, arrancó en el banquillo mientras en los despachos se estudia si aceptar o no una oferta en firme de un club europeo. El nuevo consejo de administración, que se estrenó anunciando que habría salidas para cuadrar las cuentas, se enfrenta a su primera decisión de calado. Cerca de cuatro millones de euros llaman a su puerta. Si la abre y vende, habrá que pensar que hay asuntos más importantes que el ascenso que se pregona con idéntica trompetilla que todas las pretemporadas anteriores.