Los 25.000 abonados con la campaña todavía abierta, el recibimiento multitudinario al equipo en la primera jornada de Liga en pleno agosto, la buena entrada en La Romareda en mala fecha, la continuidad de casi todo el bloque de futbolistas, a excepción de Borja Iglesias, que germinó la actual corriente de ilusión, las grandes esperanzas puestas en esta temporada… El Zaragoza ha dado en la tecla y esa tecla ha activado todo este gigante movimiento social alrededor del equipo.

La base ha sido un modelo levantado desde dos variables: cantera y fichajes de autor, algunos a partir del simple buen ojo y otros de mercados secundarios al estilo de las secretarías técnicas de los 80. Pombos y Papus. Como ya sucedió en anteriores etapas en Segunda División, la Ciudad Deportiva ha acudido al rescate en cuanto le han entreabierto la puerta. Zapater atendió la llamada de auxilio con el corazón en la mano y por esa ranura han ido entrando Lasure, Guti, Delmás o Pombo, un niño travieso en sus primeras apariciones y ya un hombre hecho y derecho el otro día contra el Rayo Majadahonda. La extraordinaria irrupción de Soro durante la pretemporada, la clase de Clemente o los minutos de los gemelos Vicente y de Baselga han adelantado el futuro. Es un modelo cuerdo, coherente, cuyo éxito deportivo sentenciará el tiempo, pero que funciona: toda la ciudad palpita fútbol y está al lado de su equipo como en muchos años no había estado.