La familia Álvarez lleva en las venas el ponerse bajo los palos. Además de Juan Cruz y Cristian Álvarez, su padre Néstor Álvarez fue portero en las categorías inferiores de Rosario Central, pero no consiguió llegar a la Primera División argentina. Juan Cruz Álvarez, de 19 años, como ya hiciera su hermano Cristian, fue guardameta en Rosario Central, pero no se encontró a gusto allí. La sombra de Cristian era demasiado alargada. «Me marché de Rosario Central en parte porque mi hermano había estado allí y mis compañeros no tenían un buen trato conmigo por ello».

Hace dos meses Juan Álvarez tuvo la oportunidad de venir a Zaragoza a entrenar con el filial. «Vine a entrenar con el Zaragoza, lo hice bien y decidieron mandarme al Tarazona para que vaya conociendo el fútbol europeo y crezca. En el Tarazona la gente es buenísima, todos son muy amables». Juan Álvarez vive en Zaragoza con su hermano, de quien dice ser diferente. «Nos llevamos muy bien, aunque somos muy distintos. Soy una persona solidaria, me ofrezco siempre para ayudar, pero también soy persistente y trato de conseguir lo que quiero. Cristian y yo solemos jugar a la play cuando acabamos de entrenar, nuestra relación es excelente y ahora vamos a conocernos aún mejor».

El meta rosarino tuvo que convencer a sus padres para jugar a fútbol. «Mis padres me apuntaban a baloncesto aunque desde los seis años yo insistía en jugar a fútbol. Una vez en medio de un partido paré y le dije a mi madre: ‘vos no me entendéis, yo quiero jugar a fútbol’, conseguí que me apuntaran a fútbol y juego desde entonces. Siempre he jugado de portero, mi hermano también ha sido arquero siempre». A Juan Álvarez le gustaba ir con el balón a todos sitios. «El balón era como mi tercer hermano. Lo llevaba a todos lados y pedía a mis padres o incluso a mi hermana que me tirasen para pararlo. A mi hermano no porque siempre estaba entrenando».

LA FAMILIA

Cuando Cristian llegó al Espanyol, su familia lo siguió. «Su primer partido con el Espanyol lo fuimos a ver y después no nos perdíamos ninguno». La temporada pasada, también vino a apoyar a su hermano. «Llegamos a La Romareda cuando quedaban 30 minutos del partido contra el Valladolid, fuimos directos desde el aeropuerto. También fuimos mi padre y yo a verle en Soria en los playoffs y en el partido de vuelta». Tras la temporada, Cristian lo tenía muy claro y él también le aconsejó que renovara con el Real Zaragoza. «Él lo tenía clarísimo. Quería quedarse en la ciudad que tanto le gusta y con la gente que tanto ama. Yo le dije que tenía que quedarse porque era muy querido y porque le iba a ir más que mejor». Juan Álvarez añade que lo que terminó decantando a Cristian fue que «estaba demasiado cómodo en Zaragoza» y que para él no tenía nada que ver que el equipo estuviera en Segunda, y así lo ha demostrado.

Él también lo tiene claro. «Quiero ser el mejor portero del mundo». Para ello creía que tenía que venir a España. «Venir a España era mi sueño, lo he cumplido, pero he tenido que dejar en Argentina a mi familia, a mis amigos y a mi novia. Ahora solo puedo entrenar y darlo todo». Juan Álvarez tendrá que trabajar duro en el Tarazona para tratar de seguir los pasos de su hermano, hacerse un hueco en el fútbol español y seguir luchando por su sueño.