El Real Zaragoza regresa este mediodía de Boltaña donde ha estado desde el pasado martes en un breve stage de seis días dentro de una pretemporada de demasiado perfil bajo en relación a lo que Víctor habría deseado. Y en la que, además, están ocurriendo muchas contingencias que han trastocado el guion y han cambiado, a peor, el plan zaragocista, como las anulaciones de los amistosos ante la Real Sociedad y el Mirandés, ambas por causas ajenas al club aragonés, o el mismo traslado un día antes del partido a beneficio de las peñas desde Barbastro a Boltaña por el mal estado del césped.

A esas contingencias y al perfil demasiado bajo de la pretemporada, con una estadía también algo corta, se ha adaptado Víctor, aunque es cierto que estas concentraciones son más reducidas que antaño y que el largo calendario de Segunda tampoco aconseja hacer pretemporadas de muchos días. Sin embargo, al técnico zaragocista le habría gustado que el plan fuera otro y que desde luego hubiera algún rival más de mayor entidad.

Es que el Zaragoza, que ha jugado en estos días ante la Peña Ferranca, de Regional Preferente (0-13), y el Boltaña, de Segunda Regional (0-19), le esperan ahora el Ebro, en la Ciudad Deportiva el sábado, el Calahorra el 31 de julio en la localidad riojana, el Nástic en Tarragona el 3 de agosto, el Alavés el 7 en el Trofeo Carlos Lapetra para acabar en Tudela con el Tudelano el 10 de agosto antes de empezar la Liga ante el Tenerife el sábado 17. A esos hay que añadir la prueba de este jueves por la tarde ante el Aragón, pero sin rango de amistoso como tal.

Es decir, cuatro rivales más de Segunda B y solo uno profesional y en la élite, el Alavés. «Si juegas ante rivales de Primera te obliga a un cambio de preparación. Que el rival sea de menor nivel o de menos exigencia supone hacer entrenamientos de mayor calidad y llegar a los partidos con más fatiga o con condicionantes para dificultarlos», resume Roberto Cabellud, preparador físico.

En el plan de Víctor la última semana de pretemporada como tal, la que va del 5 al 11 de agosto, era clave con dos compromisos frente a rivales de la máxima categoría. De hecho, el partido del Carlos Lapetra iba a ser el 10 frente a la Real Sociedad, pero el conjunto vasco al final comunicó la imposibilidad de jugarlo y el choque ante el Alavés que iba a ser el 7 en Tudela pasó a ser el Carlos Lapetra. Hubo la opción de jugar contra el Getafe y el Alavés en esa semana pero tenía que ser solo con 48 horas de diferencia y Víctor no lo vio claro a solo una semana para empezar la Liga

Mientras, para sustituir al Mirandés, un rival de Segunda, que se negó a jugar este sábado en Anduva por las obras de su estadio cuando va a hacerlo tres días antes ante el Cádiz, se barajaron equipos punteros de Segunda B como el Lleida, el Logroñés o el Burgos, pero ninguno podía y al final se pactó con el Ebro en un horario inusual, a las 10.00 horas y a puerta cerrada.