Más de un año después de producirse la denuncia contra Álvaro Ratón por una presunta agresión sexual el caso vive días claves porque en breve la jueza del Juzgado de Instrucción Número 2 de Carballiño va a decidir si el portero del Zaragoza va a juicio por la denuncia interpuesta contra él por P. B., una mujer de esa misma localidad que le acusa de una presunta agresión en la noche del 23 de junio de 2018 en un bar del barrio de Las Flores de esa población gallega, aunque según fuentes judiciales no hay prueba alguna que corrobore la versión de la denunciante. No obstante la acusación particular pide para el jugador cuatro años de prisión y una indemnización de aproximadamente 20.000 euros, mientras que falta aún por hacerse pública la petición de la fiscalía, que ha agotado el plazo establecido para emitir su informe, aunque se espera que lo haga antes de agosto, pero en todo caso parece muy probable que haya juicio y que Ratón se sentará en el banquillo.

Ratón acudió a declarar voluntariamente el 2 de julio del año pasado a la Guardia Civil de la localidad orensana después de que los agentes se personaran el 29 de junio, una vez presentada la denuncia, en la casa del portero en Carballiño, localidad donde nacieron tanto él como su pareja, con la que acaba de contraer matrimonio, y él no estuviera aquel día en su domicilio, al encontrarse en Tudela en la boda de Javi Ros. Al volver se presentó voluntariamente a esa declaración y en los meses posteriores la jueza tomó declaración a los testigos de la acusación, que fueron periféricos, es decir no presenciales, ya que ninguno aseguró haber visto la agresión y ni siquiera corroboraron la versión de la denunciante, entrando en contradicciones.

Desde la defensa del portero que lleva a cabo el letrado Antonio Gea se sostiene que las pruebas en las que se basan las acusaciones son muy leves, además de las numerosas incongruencias que hay en las declaraciones tanto de la denunciante como de sus testigos. Se insiste en que no hay pruebas objetivas que valoren los daños que aseguró sufrir la mujer, ni tampoco por parte de los testigos que aportó, ya que solo uno de ellos aseguró haber visto al jugador hablar con esa mujer en la citada noche.

LOS HECHOS / Por parte de la defensa también la jueza tomó declaración a varios testigos. La circunstancia de que la denuncia y el informe médico se presentaran y se realizaran seis días después de los hechos, el 29 de junio, supone que los daños, en forma de hematomas, que adujo la denunciante no se pueda establecer con rotundidad si fueron a raíz de ese incidente o hechos con posterioridad, lo que han confirmado peritos forenses de la Universidad Complutense de Madrid.

Según la versión de la denunciante, el presunto agresor y la víctima se conocieron el día anterior a los hechos en una boda. En el local de copas, Ratón invitó a la mujer a tomar algo con él, algo a lo que ella se negó. Su reacción fue, según señala la acusación, la de zarandearla. Posteriormente, el futbolista intentó besarla y realizarle tocamientos a la fuerza. Fue entonces cuando la mujer se resistió y supuestamente Ratón la empujó contra unas escaleras. Ninguno de los testigos ha podido corroborar en su declaración estos hechos, incluso llegaron a afirmar en sede judicial que, tras producirse la presunta agresión, la denunciante retornó al local y mantuvo conversación con distintas personas.

La versión de Ratón es muy distinta. Se asegura que en ningún momento intentó besar a la mujer, que fue ella quien se le insinuó, reconociendo ella misma en sus declaraciones que le pidió a Ratón irse a un hotel, a lo que el portero se negó. En este sentido tanto el letrado como el meta están absolutamente convencidos de su inocencia y, aunque parece claro que el caso va a terminar con el portero sentado en el banquillo, no dudan de que la sentencia le absolverá finalmente. El Zaragoza está informado en todo momento del estado del proceso y confía plenamente en esa inocencia del jugador, que renovó su contrato con la entidad zaragocista hasta el año 2023 en el mes de febrero.