Un día han durado los buenos deseos para el 2014 en el Real Zaragoza. Ayer, las cosas volvieron al mismo lugar en el que llevan más de siete años. Tres de los futbolistas señalados por el club para marcharse en el mes de enero (Movilla, Paredes y José Mari) no han esperado para denunciar al Real Zaragoza por el impago de las nóminas del mes de diciembre y alguna cantidad correspondiente al prorrateo de la ficha. Es decir, nada muy grave en el aspecto crematístico, pero una señal clara de que el ambiente ahí dentro es terrible, equivalente a la tensión que generan Agapito Iglesias, ya sea a la vista, ya escondido. El club puso a los futbolistas en el disparadero y la respuesta de estos ha sido contundente. El cisma, desde luego, puede dejar otra vez secuelas en un equipo que malvive en Segunda.

En el orden actual de las cosas en la Liga de Fútbol Profesional, cualquier impago podría derivar en una situación casi terminal para el Zaragoza. Se habla cada vez más de la liquidación, algo de lo que se queja el director general, Jesús García Pitarch, que desliza que puede haber personas interesadas en acabar con este Zaragoza e intervenir en la refundación de un club nuevo. La cuestión es que, después de que ayer se asegurara que la entidad está al corriente de pago -se matizó que falta por abonar la última nómina, que se hará el 7 de enero- llegó la demanda.

LA VERDAD, A LA VISTA

No hay pausa en la devastación, ni parece que vaya a llegar el descanso aunque el equipo sea capaz de sacarse fútbol de la chistera y desviar los focos hacia otro lado. No es el caso de esta plantilla, que ahora convive con los problemas bien metidos en el vestuario, una vez confirmado que no se desea la continuidad de cinco futbolistas, algunos de ellos con un peso notable en el club en las últimas temporadas. Del polvorín que se negó han empezado a escucharse estruendos, más que fogonazos del incendio a puerta cerrada que ahora ha quedado bien a la vista.

Hay un apoyo obvio entre compañeros en las declaraciones públicas, aunque en el club se asegura que ni un solo futbolista ha acudido a las oficinas para mostrar su disconformidad por la decisión que debe conducir fuera a Paredes, Movilla, José Mari y Porcar, además de a Ortí, que se iría cedido. El caso es que García Pitarch se lamenta por la situación de crispación que existe en el entorno zaragocista y se queja de la falta de apoyo institucional que tiene el club, mientras en el Gobierno de Aragón se quejan de tener que pagar el aval que no abona Agapito.

Nadie quiere estar relacionado con el soriano, una especie de apestado al que no se desea mostrar apoyo público. Entre tanto, el zaragocista de corazón asiste con cierta impotencia a la crispación sobrevenida. Es la soledad que dicen sentir en las oficinas, donde no se sienten arropados económicamente ni respaldados por muchos de los suyos.

LA SOLEDAD

Abajo, en el vestuario, también dicen encontrarse solos. Lo afirmó ayer Barkero con un lacónico «sí». Los verdaderos abandonados, los zaragocistas de bien, asisten estupefactos al penúltimo acto de la tragedia. Solo el fútbol con balón puede poner las cosas en su sitio, aunque la representación vaya dejando culpables en todas partes. Dijo Pitarch ayer en su reunión con los medios de información que el entrenador y el secretario técnico, Moisés, están de acuerdo en que sean esos, precisamente esos, los jugadores a los que se considera prescindibles.

Pero no hay apartados ni imposiciones, se explica. Es decir, si Paco Herrera quiere llevárselos a Gijón e incluso alinearlos, no hay objeción por parte del club, que insiste en que se busca una salida amistosa y que se entrenarán con normalidad hasta el último día. O eso se pensaba antes de que llegara la denuncia y de que se pusieran en marcha mecanismos como el de la AFE. Ahora ya no parece así. Hoy se verá qué dice el técnico.

Si no es así, se supone que el día 31 se intentaría liquidarles para dejar paso a otros. El primero que entrará será César Arzo, a punto de ser inscrito. Después se pensaba preguntar a la Liga si hay posibilidad de engordar una plantilla raquítica en cuanto a calidad. Pero eso era lo que se pensaba ayer por la mañana. La historia cambió pronto, como todo en este Zaragoza imprevisible y bien capaz de reinventar incluso su imperfección.