Después de Málaga, la nada. Hace justo once meses, el 8 de marzo del 2020, el Real Zaragoza, gallardo y poderoso, también conquistaba Málaga (0-1) con un gol de Luis Suárez en los últimos instantes de un partido saldado con una victoria que, a falta de once jornadas para la conclusión del campeonato, dejaba el equipo aragonés segundo en la tabla a solo un punto del Cádiz. El tercero ya quedaba a cinco y el liderato se antojaba solo una cuestión de tiempo para el equipo aragonés. También el ansiado ascenso. Nada parecía ser capaz de detener a un equipo que podía con todo y con todos.

Pero, después de aquel choque, todo se detuvo. La macabra irrupción de la pandemia paralizó al mundo, al que envolvió en sufrimiento y muerte. España se confinaba y el fútbol, como la vida, se paralizaba. Nada fue igual desde aquella soleada tarde de marzo. Tres meses y una semana después, el balón volvía a rodar para abrirse hueco entre la desazón y para rescatar sueños. Pero el Zaragoza era otro totalmente distinto. El virus había acabado con ese equipo autoritario y capaz para alumbrar un alma en pena. En verdad, el Zaragoza murió en Málaga y, con él, el sueño.

Todo ha ido a peor desde entonces. Once meses han pasado desde que el fútbol es a puerta cerrada. Casi un año sin procesión de fieles, gritos, cánticos y banderas. Aquella tarde de marzo fue la última de fútbol auténtico. Lo que vendría después no es sino un sucedáneo. Algo similar a aquel Zaragoza que no ha vuelto a levantar cabeza. La temporada acabó mal, pero la siguiente empezaría aún peor. Aquel equipo que salió de conquistar Málaga con pie y medio en Primera división ahora lucha por no descender a Segunda B. La Rosaleda fue, en realidad, el principio del fin.

A apenas 48 horas de la enésima final, el conjunto aragonés afronta la cita acuciado por la urgente necesidad de acabar de una vez con una de las peores rachas de su historia fuera de casa, donde acumula siete meses y medio sin ganar.

La ruina

Después de vencer en La Rosaleda, aquella escuadra dirigida por Víctor Fernández todavía fue capaz de ganar en Lugo (1-3) y Almendralejo (1-2), escenario, el 23 de junio del año pasado, del último triunfo a domicilio de los aragoneses. Desde entonces, la ruina. Entre los restantes de la pasada campaña (incluido el playoff en Elche) y los de la actual, el Zaragoza ha disputado 15 partidos lejos de La Romareda y solo ha sido capaz de sumar cuatro empates (en Tenerife y Elche el anterior ejercicio y en Alcorcón y Cartagena en el actual). El resto, todo derrotas. Hasta once acumula en este periodo un equipo que se ha convertido en el peor visitante de España. Girona y Albacete, la pasada temporada, y Almería, Leganés, Mirandés, Tenerife, Ponferradina, Espanyol, Castellón, Sporting y Albacete en la campaña 2020-21, se han impuesto en su ¡feudo a un Zaragoza que apenas ha sumado diez puntos sobre 51 posibles en esos 17 duelos disputados fuera de La Romareda desde que salió triunfante de Málaga.

Esa extraordinaria debilidad como visitante se sostiene en una flagrante sequía goleadora. En esos quince últimos partidos fuera de casa después de ganar al Extremadura, el equipo aragonés apenas ha sido capaz de anotar cuatro tantos. Y dos de ellos (el 1-1 en Tenerife y el 4-1 en Albacete) corresponden a encuentros de la pasada temporada. En la actual, el Zaragoza apenas ha marcado dos en once encuentros. Y solo uno (el de Azón en Cartagena) sirvió para puntuar (1-1). El de Narváez en Ponferrada fue inútil (2-1). El Zaragoza vuelve a Málaga. El principio del fin de un sueño y, quizá, el principio del fin de la pesadilla.