Solo queda un partido para el final, para el principio del nuevo Zaragoza, que llegará indeterminado a Tenerife el viernes que viene. No ha calado del todo el mensaje de Natxo González, su equipo anda un tanto vacilante, dejando más dudas que certezas. Solo un amistoso de los cinco jugados hasta ahora lo ha resuelto con decoro. Sufrió en los tres primeros y se recondujo frente al Levante antes de navegar ayer a la deriva bajo la lluvia de Tarragona, donde perdió el rumbo sin remedio cuando el partido tuvo que ver con su defensa. Por ahí se le avecina un problemón al entrenador, si bien dentro del club ya se habla en voz alta sobre la necesidad de contratar a otro central. De momento, solo Grippo parece fiable, y tampoco se le puede entender como un zaguero notable si se consideran sus dificultades con el balón.

Natxo González realizó varios cambios respecto al once que mejoró la cara de su equipo el pasado sábado en Teruel ante el Levante. Quizá por eso salió el Zaragoza más tranquilo al campo, consciente de que en Pinilla recorrió el primer kilómetro, de verdad, hacia la luz del 2018, seguramente porque entendió que está en el camino del que tanto habla su entrenador. Poco más de media hora le aguantó el tipo al conjunto aragonés, que volvió a enseñar la cara más fea de su fútbol en algunos tramos. Hasta que se estropeó definitivamente con el segundo gol de Maikel Mesa, mostró la senda que empezó a recorrer cuatro días atrás. Bien colocado en el terreno de juego y con la intención siempre de mandar con el balón, fue tejiendo intenciones cerca del área rival.

No se vaya a entender que fue un Zaragoza apabullante, pero sí un equipo serio que controló los aspectos principales del partido. En los primeros 39 minutos no padeció ni un solo segundo en defensa. Puso el encuentro en el campo rival desde el comienzo y fue cocinando las primeras combinaciones entre sus atacantes. No jugó Febas esta vez, notable en Teruel, y sí Buff, que no encontró el partido, otra vez. Deja alguna nota para apuntar el suizo, pero no ha entrado en la línea del fútbol español. Le falta velocidad en sus acciones, sobre todo participación. Apenas intervino ayer en su vuelta a la media punta, desde luego mucho menos que Febas ante el Levante. La derecha se la quedó esta vez Papunashvili, que lanzó un disparo al palo y poco más. Por la izquierda estuvo Pombo, más agitado que sus compañeros. El aragonés parece tener ganado un sitio de titular para el cercano comienzo en Canarias. Lo dicen los minutos que le ha dado González, también su fútbol, por encima de la media zaragocista.

Del zaragozano salió la primera ocasión del partido en el minuto 19, con un centro que remató mordido Papu y que Borja no pudo encontrar. Cuatro minutos más tarde se le escapó al gallego el tanto que encontraría ya en la segunda mitad de penalti. Eran momentos de control, sin un apuro, con las líneas muy juntas y las ideas claras aun sin autoridad. Bastó un solo desajuste para que cayera el entramado aragonés. Una entrada por la banda derecha, un remate a placer de Mesa, adiós.

El 1-0 al descanso se corrigió en tres minutos después de un penalti a Pombo. Borja se estrenó y Papu tuvo el remate del desnivel en el 52. Se pudo pensar en medio rato que el final de la primera parte había sido un espejismo. No. Al Zaragoza le esperaba lo peor, la derrota,a los errores, las dudas, el descontrol. Pronto perdió el gobierno de su destino en el partido, donde Eguaras no cuajó con Zapater como lo hizo días atrás con Ros. Se encogió por los costados y empezó a sufrir centros laterales mortales, ese mal bien conocido que otra vez viene detrás. En uno de ellos, en el minuto 55, Mesa hizo el 2-1 y puso el partido donde le suele gustar al Nástic. Apenas sin opciones de reacción, el partido se murió en el carrusel de cambios, el debut de Toquero, patadas, tanganas... y la expulsión de un chaval, Leto, que pasaba por allí y le tocó pagar la novatada.